Es probable que las condiciones para el inicio de su gobierno no eran las que Claudia Sheinbaum hubiera deseado. La aprobación de la reforma al Poder Judicial y el comportamiento de algunos indicadores económicos, como el tipo de cambio o el crecimiento del PIB, han generado en el sector empresarial mexicano y extranjero y en muchos sectores de la sociedad, un clima de inquietud y duda.

Tan pronto como Claudia Sheinbaum tome posesión como Presidenta de México, el primero de octubre, los empresarios y los mercados internacionales buscarán señales que puedan confirmar los temores de que será una calca del presidente López Obrador o de que desarrollará un estilo propio, menos ideológico e intransigente. Con toda certeza, quienes esperan una ruptura inmediata con el presidente se decepcionarán. No está en el interés de la presidenta ni en el de México, que exista una ruptura entre López Obrador y su sucesora. Generar tensiones en el grupo gobernante añadiría turbulencias que no sirven a nadie. Pero la presidenta Sheinbaum tiene mucho espacio de maniobra para escoger espacio y tomar decisiones que no la contrapongan con el presidente ni alimenten el morbo de sus críticos en la oposición o dentro del gobierno. Algunas de las áreas en las que puede desarrollar propuestas inocuas que generen confianza en su gobierno pueden ser las siguientes: 1. Política exterior. El presidente López Obrador tuvo un claro desinterés por la política exterior. Nunca le invirtió tiempo ni le imprimió un sello propio que distinguiera a México en el mundo. Claudia Sheinbaum puede armar una activa agenda internacional para asistir a la Cumbre de Líderes del G-20 en Río de Janeiro el 18 y 19 de noviembre o visitar al presidente electo de Estados Unidos en su primera reunión bilateral. Reconocer al ganador de las elecciones de Estados Unidos el mismo día en que se conozcan los resultados puede ser otra señal alentadora. 2. Banco de México. Es fundamental que la presidenta electa mantenga la independencia del Banco Central. Una señal importante será que proponga un sólido perfil financiero para sustituir a la subgobernadora Irene Espinoza Cantellano cuando termine su período el 31 de diciembre de 2024. 3. Órganos autónomos. Aunque la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE), la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), o el Instituto Nacional de Transparencia (INAI) y otros organismos autónomos fueran absorbidos por una dependencia del gobierno, la presidenta puede estructurar su integración de manera que tengan independencia y nombrar como responsables a personalidades que los manejen con imparcialidad y probidad y lejas de las influencias políticas. 4. Leyes secundarias. La presidenta puede poner su sello en las leyes que darán forma a las reformas constitucionales, como la del Poder Judicial, para aterrizarlas con procesos y estructuras que eliminen los temores y desconfianzas de ciudadanos, empresas y naciones socias de México. 5. Seguridad. Aunque la presidenta ha generado grandes expectativas con la designación de García Harfuch, dejar a un lado la política de “abrazos no balazos” en la lucha contra el crimen organizado será un tema delicado. No obstante, el caso de El Mayo Zambada y las declaraciones de los candidatos presidenciales de Estados Unidos, reflejan un cambio de política del principal socio de México ante el creciente poder de la delincuencia en México. Quizá la detención de un capo notorio sea un paso muy aventurado para el nuevo gobierno, pero Claudia Sheinbaum tendrá que desarrollar una nueva relación de seguridad con Estados Unidos que le permita ganar tiempo ante la impaciencia estadounidense. 6. Pemex y energías renovables. Sheinbaum sabe que la situación de Pemex es delicada y tiene un gran peso en la percepción de los mercados, por lo que se espera que tenga un plan preciso para la empresa petrolera. Por otro lado, sus acciones en la Ciudad de México le permitirían anunciar una atractiva estrategia de generación de energía basada en fuentes renovables. 7. Ciencia y chips. La creación de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, dirigida por Rosaura Ruiz Gutiérrez, es una gran oportunidad para la promoción de la iniciativa que tenga un gran impacto económico. Además, puede aprovechar el interés de Estados Unidos en el desarrollo de la industria de microprocesadores para anunciar una propuesta de integración que abra nuevas oportunidades de desarrollo en México.

Claudia Sheinbaum tiene un gran abanico de opciones para mandar señales de confianza y certidumbre a los inversionistas de México y el mundo. Ya lo hizo nombrando a personas capaces y con experiencia para su gabinete, en especial las más cercanas a su trabajo en la Ciudad de México como Jesús Esteva, Luz Elena González, Omar García Harfuch, o especialistas como David Kershenobich, Julio Berdegué y Víctor Rodríguez Padilla. Hay muchas decisiones concretas que Claudia Sheinbaum puede realizar en áreas que no la confronten con López Obrador y que tranquilicen a empresarios, analistas y mercados. A las que describo se pueden añadir propuestas en infraestructura, impuestos, educación, que produzcan mayor respaldo y ofrezcan espacio para comenzar su gobierno en mejores condiciones y permitan detonar el crecimiento económico que lleve a México a la posición que merece entre las economías y naciones del mundo. ____ Nota del editor: Antonio Ocaranza Fernández es CEO de OCA Reputación. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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