En estos días no dejamos de hablar de política y está bien, son fechas de elecciones importantes. Sin embargo, el mal de los tiempos que vivimos es la polarización, ese momento en que el discurso social se divide en dos polos opuestos, irreconciliables. Debemos estar conscientes de que la comunicación polarizante sólo beneficia al poder, y extrae lo peor de nosotros mismos. Hay formas de reconocer, definir y evitar este discurso en beneficio de una mayor civilidad.

Los extremos que se tocan

Es un fenómeno global, pero alimentado por distintas causas en cada lugar. La polarización es la herramienta que el discurso populista encuentra para apelar al sentimiento más fácil de encender entre las masas: el miedo. En algunos el tema que se cuela en esta comunicación puede ser la migración, en otros, la pobreza, la enfermedad, la corrupción, el desempleo. En todos los casos, la polarización se logra cuando se generan dos bandos en los extremos, que responsabilizan al otro de males reales, futuros o imaginarios, y en donde desaparecen los puntos medios. Lo obvio es que, al desaparecer los matices, se pierde toda capacidad de negociación. El discurso polarizador habla de nosotros contra ellos; nos pide ser irracionales, no tender puentes y defender posiciones a capa y espada. En este escenario todo se vuelve tan absurdo que el individuo puede actuar en contra de su propia conveniencia personal. En suma, la comunicación polarizante extrae lo peor de nosotros mismos. Las consecuencias son muchas. La imposibilidad de llegar a acuerdos provoca desintegración social, los colores partidarios borran los de la bandera que nos da identidad nacional. Lo que aumenta es el conflicto, acompañado de la desinformación (de la que forman parte las fake news) y la confianza en las instituciones se erosiona. En los casos más agudos, el discurso polarizador desencadena violencia, impacta negativamente la salud mental y puede provocar segregación económica y geográfica. Podemos ubicar a México en una etapa en que la polarización, afortunadamente, no ha llegado sus últimas etapas, aquellas de violencia partidista o segregación. Sin embargo, los efectos en la salud mental se pueden apreciar con facilidad en las redes sociales. Ante todo, lo primero que debemos aceptar es que la comunicación polarizante beneficia principalmente al poder o a quienes buscan el poder. Es una forma de hacer que las personas trabajen en beneficio de terceros; es una gran manipulación. En el camino, hay algunos beneficiarios secundarios, por qué no decirlo: algunas redes sociales, algunos medios de comunicación, algunos comunicadores o líderes de opinión. En medio de este discurso, las personas y las empresas podemos recurrir a estrategias que nos permitan navegar los riesgos de la polarización. No todo está perdido, ni hay por qué dejarse llevar. Entre las medidas están: Fomenta el diálogo y la escucha activa. Entre tus conocidos, entre tu personal, entre tus colaboradores, practicar un auténtico diálogo es dar espacio a los argumentos del otro, y expresar la tuya propia. La escucha activa no implica buscar los puntos “débiles” en la argumentación del otro, sino encontrar los puntos en común, en busca de tender puentes. Educación mediática y alfabetización informativa. Conoce las políticas editoriales de los medios. Aunque cada vez se insiste más en que las objetividad total no existe, la mejores coberturas buscan dar espacios a todas las versiones sobre un hecho. Hay que fomentar los contenidos mediáticos balanceados. Buscar el punto de vista de un político acusado de corrupción es un buena práctica. El respaldo en datos, documentos y pruebas periodísticas (que no es lo mismo que pruebas legales) es rasgo de un medio serio. El medio que sólo cubre un lado de la información, por más que te guste, tiene un nivel diferente a un medio plural. Ah, y muy importante, el periodista serio firma con su nombre, e incluso enfrenta la situación si se equivoca.

Crea espacios seguros para el diálogo. Establece lugares, momentos o espacios virtuales para fomentar la una comunicación abierta, libre de agresiones o violencia. En tu familia, pero también en la empresa o entre amigos. Otro efecto de la polarización es llevar a mucha gente hacia la desconexión total. Al no querer enfrentar los hechos, abandonan la información y dejan de entender incluso de los grandes temas nacionales. Contar con un lugar dónde preguntar, expresar, opinar es importante para enriquecer la cultura cívica y la participación ciudadana. Iniciativa del periodismo de soluciones. Entre las actuales corrientes de opinión, no está demás la que gustaría de ver medios más abiertos a exponer soluciones que problemas, a dar un servicio de respuestas más que de preguntas, a cooperar, más que meramente informar. En algunos casos, parece viable fundar medios de este perfil, pero su contundencia política y su atractivo económico aún deberán probarse. Estas estrategias pueden resumirse en fomentar el diálogo, combatir la desinformación y promover la empatía en la comunicación. Son las formas de combatir la polarización, siempre tomando en cuenta que detrás de este discurso sólo hay una lógica de poder, que no conviene más que a quien lo busca. ____ Nota del editor: Edgar Rodríguez Olguín es Presidente de la Asociación Mexicanas de Comunicadores y director general de Diálogo Corporativo. Síguelo en LinkedIn. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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