En los crepúsculos de su administración, y sin los votos suficientes para cambios constitucionales, López Obrador presenta un paquete de reformas que parece ser un solemne homenaje al fracaso de su gobierno y a la transformación que nunca llegó.
Algunas de las reformas planteadas son «lugares comunes» y derechos ya garantizados en la Constitución, pero la mayor parte de las iniciativas parece un menú que podría saciar el apetito de cualquier dictador: secuestrar al Poder Judicial, debilitar al INE, convertir a la CFE en un monopolio , militarizar la Guardia Nacional y desaparecer los órganos constitucionales autónomos. Y es que jamás llegó la prometida transformación; por eso sus iniciativas parecen más bien «compras de pánico» que, lejos de buscar un cambio genuino, apuntan a una concentración insana de poder, evadiendo la rendición de cuentas y apostando, mediante la fuerza de una narrativa social, por conseguir la tan anhelada mayoría calificada en el Congreso que la ciudadanía le ha negado en las urnas. En la práctica, estas iniciativas de reforma no son más que pirotecnia política, diseñadas para desviar la atención de los escándalos de corrupción e influentismo de los hijos del presidente y de los más recientes señalamientos sobre un posible «narcofinanciamiento» a la campaña electoral de López Obrador en 2006. El presidente no solo busca incidir en la agenda pública en plena campaña electoral, sino también mantenerse en el centro de la conversación política, ahogando incluso la voz de la candidata presidencial de su partido. Apenas en diciembre pasado, Claudia Sheinbaum presentó sus » Diálogos por la transformación «, una serie de foros y mesas de trabajo para el armado de su «Proyecto de Nación 2024-2030». ¿Qué ofertará Sheinbaum en campaña, su propio proyecto de nación o las reformas de López Obrador?
Vaya problema en el que ha metido el presidente a su «corcholata», vaya forma de marginarla y hacerla menos. Ante este panorama, la pregunta para los ciudadanos es si permitirán que la narrativa de las reformas impuesta desde Palacio Nacional oriente el sentido de su voto o si optarán por un camino más prometedor para México. La mal llamada «cuarta transformación» de López Obrador jamás llegó, ni llegará. _____ Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.
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