Los retos que enfrenta el nuevo gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, con una orientación progresista y de izquierda, en relación con el gobierno de los Estados Unidos son diversos y complejos. A continuación se presentan algunos de los principales desafíos:

1) Relaciones diplomáticas 2) Política migratoria 3) Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) 4) Cambio climático 5) Seguridad y crimen organizado

La necesidad de establecer un diálogo efectivo y cooperativo sobre cómo mejorar la gestión en temas de interés común, como la seguridad, el comercio y la migración, puede ser complicado por diferencias ideológicas. Con Kamala Harris habría menos tensiones y generando la oportunidad de una agenda progresista en favor de las mujeres en situaciones de vulnerabilidad. Con un gobierno de Trump habría más tensiones, y con la opción de promover un pragmatismo en favor de la competitividad y la inversión en la frontera en el marco de la iniciativa de la Frontera del Siglo XXI. La historia de tensiones entre México y Estados Unidos, especialmente en temas de política exterior y soberanía, puede complicar las relaciones. El gobierno del presidente López Obrador generó algunas diferencias por sus políticas en favor de la autosuficiencia en materia del sector eléctrico, el maíz transgénico y un mayor control al papel de la DEA en México. Estas políticas se mantendrán en el nuevo gobierno mexicano con base de un criterio de mayor igualdad. La presidenta electa Sheinbaum debe gestionar la migración desde una perspectiva más segura, humana y ordenada y con respeto a los derechos humanos, lo que puede generar cierta coincidencia con un gobierno de Harris. Aunque recientemente la candidata Harris destacó la importancia de un mayor control migratorio y al tráfico de drogas proveniente de México. Algo similar a las propuestas del candidato Trump, aunque el promueve la deportación masiva. La contención migratoria mexicana puede ser una estrategia de negociación con el próximo gobierno estadounidense. Hay que garantizar que las políticas económicas se alineen con los objetivos del T-MEC mientras se promueven políticas internas que beneficien a los sectores más vulnerables. No se considera que la reforma judicial afecte sustancialmente las inversiones y los procesos de competitividad y de crecimiento. Los 30 años de la integración comercial bilateral reflejan la importancia del crecimiento del comercio bilateral y global. Atraer inversiones estadounidenses mientras se promueve un desarrollo económico sostenible y justo representa otro desafío, en especial para México. La presidenta Sheinbaum, con un enfoque en la sostenibilidad, debe trabajar en colaboración con Estados Unidos para gestionar el cambio climático, a pesar de posibles diferencias en la política ambiental. La negativa de Kamala Harris a avalar el T-MEC por el déficit ambiental mexicano es una oportunidad para promover una agenda bilateral más inclusiva y sostenible. Además, fomentar la transición hacia energías limpias en México y coordinar esfuerzos con el gobierno estadounidense puede ser un reto, considerando las diferentes políticas energéticas de ambos países. La lucha contra el crimen organizado y la violencia es un tema crítico. La colaboración entre ambos gobiernos en materia de seguridad debe equilibrarse con mayor compromiso del gobierno de Estados Unidos a una reducción del alto consumo de drogas sintéticas en la sociedad estadounidense. La detención de importantes capos mexicanos es un logro importante, pero no garantiza la disminución de la dinámica delictiva bilateral y transnacional. Se requiere una mejor gestión de la oferta y demanda de drogas en el marco del Acuerdo Bicentenario. La gestión del tráfico de armas desde Estados Unidos hacia México es un problema persistente que requiere atención y cooperación. Con lo cual se mantendrá el argumento nacional en el sentido de que el tráfico de armas incentiva la violencia en México. Y que el gobierno estadounidense debe fortalecer más su política de control.

Claudia Sheinbaum, la primera mujer presidenta del Gobierno de México, tiene la oportunidad de cambiar la agenda estadounidense en favor de disminuir las asimetrías, anteponiendo la soberanía, la autodeterminación y autonomía nacional y con impactos en una mejora de la igualdad, inclusión y desarrollo local. Un segundo gobierno de izquierda en México con la administración de Biden requiere un enfoque basado en el diálogo, el respeto mutuo y la búsqueda de intereses comunes, que disminuyan las tensiones y conflictos. A 202 años del inicio de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, los aprendizajes indican que una gestión eficaz del conflicto en favor de la cooperación favorece una mejor convivencia. ____ Nota del editor: José María Ramos es especialista en relaciones México-EU Especialista en relaciones México-EU y Profesor del colegio de la frontera norte, Tijuana. Analista de gobernanza, políticas y gestión estratégica para el desarrollo y de la cooperación transfronteriza MexUS./ Dr. en Ciencias Políticas y Sociología por el Instituto Universitario y de Investigación José Ortega y Gasset, España. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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