El mayor incentivo de Danna Mendoza y Liliana Quiroz para acudir a las urnas en las elecciones del próximo 2 de junio es que, por primera vez, dos mujeres se disputan la posibilidad de convertirse en la primera presidenta de México. Ambas jóvenes, de 18 y 19 años de edad, respectivamente, son primovotantes y aunque realizan actividades diferentes en su vida cotidiana, tienen claro que su participación en las elecciones de este año está enfocada en el género y en lo que representa para ellas sentirse representadas en el mayor cargo público del país y en la toma de decisiones

«Me abruma la política»

En contraste, Francisco Arago, de 18 años, sabe que en 2024 habrá elecciones y aunque asegura no tener ningún interés en la política, dice que a través de las redes sociales luego ve algunos personajes políticos, pero no conoce bien los nombres ni a qué partido político o coalición pertenecen. “No me interesa la política”, dice tajante. En México, son 26.2 millones de jóvenes de entre 18 y 29 años de edad los que tendrán la posibilidad de votar en las elecciones de 2024 para escoger a quien ocupará la silla presidencial en el próximo sexenio, y que, de acuerdo con el corte de noviembre de 2023 del Instituto Nacional Electoral (INE), representan el 30% de la lista nominal de todo el país. Quienes compitan por un cargo público en las elecciones de 2024 deberán trabajar para conquistar a 3.9 millones de jóvenes de 18 y 19 años, que, como Danna, Liliana y Francisco, será la primera vez que acudan a las urnas y que lo harán en una elección en la que, además de la Presidencia, están en juego 500 diputaciones federales, 128 senadurías, ocho gobiernos estatales, la jefatura de Gobierno de Ciudad de México, entre otros cargos. De acuerdo con datos del INE, los primovotantes tienen un alto grado de participación en las elecciones federales, con cifras de participación de hasta un 65% de los inscritos en la lista nominal, lo que los convierte en un sector muy atractivo para partidos y aspirantes a un cargo público. Estudiante de Ingeniería, practicante de béisbol y fanático de los videojuegos, lo primero que hizo Francisco al cumplir 18 años de edad, el pasado mes de octubre, fue tramitar su credencial del INE. Su objetivo no era participar en las elecciones de 2024, sino tener un documento oficial para comprobar su mayoría de edad y realizar trámites, como la licencia de conducir y el pasaporte. Aunque nunca ha participado en una elección, el joven considera que hasta el momento no existe un factor que le incentive a interesarse en política. “No le entiendo y me aburre la política; además, no tengo ningún interés de entenderle”, dice contundente. Para Luis Ángel Hurtado, catedrático e investigador de la UNAM, desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador adelantó los tiempos de sucesión y los partidos iniciaron sus procesos internos para definir abanderados, la agenda política bombardeó a todos los sectores poblacionales. No obstante, las aspirantes presidenciales se encargaron durante todo 2022 y 2023 de hablarle a un público general, en especial, adultos a partir de los 35 años, sin que hayan incursionado de manera exitosa en las redes sociales, por lo que no han logrado conectar con el público joven. “No veo una campaña centrada en la juventud, centrada en los primovotantes, ahorita no es relevante para las dos punteras, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, pero veremos los resultados que ello implique”, señala Hurtado.

Emoción que se diluye

Para Héctor Fiesco, especialista en marketing digital e imagen política, aún existe una brecha digital entre los equipos de las precandidatas a la presidencia de la República y lo que buscan comunicar desde mediados de 2022, se centraron en utilizar canales de comunicación como bardas, anuncios espectaculares, portadas de revista, libros y documentales, que son medios dirigidos a un público mayor y muy general y no se han enfocado en atraer a los jóvenes. “Los (candidatos) tradicionales y de mayor edad se ven muy forzados a acercarse al público joven, no terminan de entenderle, pero son quienes pueden dar el triunfo”, expresa Fiesco. En México, las personas menores de 40 años representan el 50% del padrón electoral, pero son los que menos votan. “En todas las elecciones desde que el INE empezó a medir la participación electoral en 2003, la curva baja. Los que más votamos somos los que tenemos más de esa edad”, señala Arturo Sánchez, exconsejero electoral del INE. En las elecciones federales y locales de 2018 destacó la aportación de los jóvenes de 18 años, que superaron la media nacional, al participar el 64.7%. No obstante, las estadísticas electorales muestran que si bien la participación de los jóvenes que acuden por primera vez a las urnas es alta, esta disminuye entre los 20 y 29 años de edad. En las elecciones a la presidencia en 2012, que ganó Enrique Peña Nieto, el 62% de los jóvenes de 18 y 19 años registrados en la lista nominal acudió a ejercer su voto, mientras que en 2018, cuando ganó Andrés Manuel López Obrador, lo hizo el 61%. En contraste, del grupo de edad de los 20 a los 29 años, votó el 53% de los registrados tanto en 2012 como en 2018. El director asociado de Parametría, Francisco Abundis, atribuye una mayor participación de los jóvenes de 18 en las urnas al hecho de que aún están en casa familiar y cerca de sus padres. “El día de la elección van con la emoción de votar por primera vez y muchos de ellos lo hacen acompañados de sus padres o tutores, todavía no se van de casa y los llevan sus papás a votar. Ya tienen credencial y la quieren estrenar, pero a los 19 años, ya eres universitario, ya estás metido en otras cosas y en otras discusiones. Entonces, baja la participación de una manera muy significativa”, detalla. Para el consejero del INE Martín Faz, de los 19 a los 29 años, el nivel de participación sí baja mucho. Sin embargo, advierte, no se puede prejuzgar a los jóvenes si no se conocen las razones para su baja participación en la democracia. “No prejuzgamos respecto de las motivaciones que tienen las juventudes y mucho menos nos da para calificarlos de apáticos”, expresa. La también consejera electoral Dania Ravel considera que la baja participación de los jóvenes tiene que ver más con que las ofertas políticas hoy tienen poca identidad con ellos. “Más allá de que sea una persona joven, son muchas veces los ideales que comparten lo que hacen que se obtenga el respaldo ciudadano”, señala Ravel. Por ejemplo, Danna Mendoza dice estar contenta de que, por primera vez, ejercerá su derecho a voto porque le incentiva que exista la posibilidad que una mujer llegue a ocupar la presidencia de la República, pero lamenta que ninguna de las aspirantes esté conectando con los jóvenes. “Si yo voy a votar, mi voto tiene que ser para una mujer porque sí quiero que México tenga a su primera presidenta, pero estoy indecisa por cuál de las candidatas lo haré”, afirma.

Más allá del TikTok

Por su edad, Francisco, Danna y Liliana coinciden en que TikTok, Instagram y Facebook son las redes sociales que más consultan. Por sus gustos, intereses y círculo de amigos, poco contenido de política aparece en su feed y no se sienten interesados en buscar información por su cuenta. Desde que se encontraba en la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, precandidata de Morena, Partido del Trabajo y Verde Ecologista, incursionó en las redes sociales en la recta final de su administración y se enfocó en generar contenido para TikTok, una de las redes sociales más usadas por los jóvenes y en la que cuenta con 1.5 millones de seguidores. Del otro lado, la precandidata del PAN, PRI y PRD ha apostado por usar la inteligencia artificial, y en junio de 2023, lanzó el primer spot hecho con ella, simulando la voz y la imagen de la aspirante, pero que difunde más por la red social X, en la que cuenta con más de 800,000 seguidores. Gisela Rubach, consultora en marketing político y académica del ITAM, refiere que el uso de la tecnología ha sido lo más innovador en el inicio de la carrera presidencial, aunque cuestiona la efectividad del mensaje y la forma de atraer al público joven. “¿La inteligencia artificial alcanzará para ese otro 50% [de votantes] que todavía no conoce a la precandidata, que la quiere ver de carne y hueso?”, cuestiona la experta en estrategia electoral. Para Fernando Dworak, analista y consultor político, no basta con que los políticos abran cuentas en redes sociales, pues se requiere entender al público con el que se está hablando y tener autenticidad. Considera que las aspirantes presidenciales se ven incluso forzadas a usar las redes sociales, lo cual se refleja en que su contenido no logra atraer a sus posibles votantes. “Los jóvenes no van a votar por una persona que quiera parecer el tío joven en redes sociales, van a votar por la persona que entienda el lenguaje de ellos y, en este sentido, los candidatos terminan comunicando mal”, apunta. De acuerdo con el libro Confianza y participación de los jóvenes en la democracia , de Silvia Gómez Tagle y Eduardo García, sólo el 4% de las y los jóvenes consideran que los partidos políticos o los políticos tienen interés en ellos. Los expertos señalan que los jóvenes podrían tener un papel muy importante si incrementan su votación en la próxima elección e, incluso, definir la elección federal. “Eso es una realidad, por eso son importantes las campañas de credencialización que realiza el INE, para que se incorporen, voten y participen en la contienda”, señala el exconsejero Arturo Sánchez. Danna, Liliana y Francisco se sorprenden al escuchar que pueden inclinar la balanza en las elecciones de 2024, pero, para ellos, lo más importante es sentirse escuchados, representados y que atiendan sus principales preocupaciones, como el sentirse seguros, tener educación y un buen acceso a internet para estar conectados. “Me gustaría que la mujer que logre atraer mi voto tenga temas que nos interesan a nosotras: educación, internet, que nos garanticen seguridad; eso deseo, no nada más que quieran mi voto y ya”, expresa Liliana.

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