El líder de Futuro veía en Morena el pasado. “Quiero decirles que hoy estamos en una elección que nos plantea elegir entre el pasado o dar el siguiente paso. El pasado, representado por Morena, ha recortado apoyos a la cultura, medio ambiente y a la prevención del delito, quedando a deberles mucho a los jóvenes”, aseguraba, contundente, Pedro Kumamoto en 2021, quien hoy pone el futuro de su partido Futuro en manos de Morena.

Los partidos locales siguen siendo una anomalía en el sistema político mexicano. Son realmente pocos aquellos que se pueden considerar exitosos y muchos cuya vida ha sido efímera: de debut y despedida electoral. Durante los comicios de 2021 aparecieron 69 en las boletas electorales, sólo alrededor de 20 mantuvieron el registro, aunque en su mayoría son reminiscencias de proyectos nacionales fallidos. Las organizaciones políticas que logran sobrevivir son sobre todo herencias de aspiraciones nacionales que quedaron reducidas a lo comarcal. Es así que resisten, como esfuerzos dispersos, partidos que nacieron como Nueva Alianza, Encuentro Social, Humanista y que hoy deben agregar el mote del estado al que se circunscribe su relativa influencia. ¿Qué tan relevantes son para la democracia mexicana los partidos políticos locales? ¿Se justifica el gasto –o inversión, según quiera verse– que se hace en ellos? ¿Constituyen una opción para representar aquellos intereses que son excluidos, que por su especificidad no caben, en los partidos políticos nacionales? En teoría los partidos locales suponen bondades que los deberían posicionar como organizaciones políticas competitivas en las entidades federativas. Una primera es que contendrían liderazgos que conocen bien las problemáticas propias de los territorios, que podrían hacer propuestas atractivas para los habitantes de sus regiones en materia de servicios públicos, infraestructura, desarrollo local. Pudiera pensarse también en vínculos más fuertes con los electores en contraste con los partidos nacionales, cuyas directrices se emiten en el centro del país y, por tanto, en condiciones de desconocimiento de la realidad subnacional. En tiempos de pragmatismo electoral, además, los partidos locales estarían más enfocados en plantear soluciones concretas que en defender posiciones ideológicas. No hay duda de que estas organizaciones tienen un costo para la ciudadanía, pero evidentemente dista mucho de lo que se gasta en los partidos nacionales. Aparecen entonces una serie de obstáculos para su desenvolvimiento: un financiamiento limitado, una mayor fragilidad en sus estructuras organizativas, falta de visibilidad en los medios de comunicación tradicionales o redes sociales. Pero sobre todo una dependencia excesiva a líderes locales, carismáticos o no, debido a que constituyen una de sus pocas posibilidades para atraer electores, especialmente en su etapa novel. Si no cuentan con esos liderazgos, los proyectos son fallidos; si los tienen, el riesgo es el de la concentración del poder y las decisiones en su interior. Chiapas fue una entidad que llamó la atención cuando en 2021 se presentaron 13 partidos locales a la liza electoral, para sumar una oferta de 23 en el estado considerando los 10 nacionales que entonces competían. De los 13, nueve fueron incapaces de obtener por lo menos el 3% de la votación válida emitida en alguna elección (diputados locales o ayuntamientos), requisito indispensable para sostener el registro según el artículo 94 de la Ley General de Partidos Políticos. De las cuatro ofertas locales que persisten en Chiapas, dos son rastros de proyectos nacionales que ya no existen: Partido Encuentro Solidario Chiapas y Redes Sociales Progresistas Chiapas; los otros dos son Chiapas Unido y Podemos Mover a Chiapas. Si hubiera que destacar territorios subnacionales por ser fértiles en la generación de partidos locales habría que mencionar, además de Chiapas, a Morelos, Tlaxcala, Jalisco y, destacadamente, a Sinaloa, en donde si bien no se presentan múltiples intentos sí hay uno que ha podido mantenerse desde su primera elección en 2013: el Partido Sinaloense.

En este 2024 habrá combinaciones interesantes en las entidades. Por ejemplo, en Sonora se mantiene Nueva Alianza Sonora y compite por primera vez el Partido Encuentro Solidario Sonora. Pero destaca el Partido Sonorense, fundado apenas el primero de julio de 2023, que justo presume la idea de no recibir línea de ninguna instancia nacional: “Sonora es grande, es fuerte y de carácter, tal y como sus gentes y pobladores. Es por lo que necesitamos un partido de carácter Sonorense, con Identidad y Valores Sonorenses”, se lee en su sitio web. Michoacán, por otro lado, no es tierra de esfuerzos fructuosos en materia de partidos locales. En este año buscan mantener el registro cuatro: Partido Encuentro Solidario Michoacán, Más Michoacán, Michoacán Primero y Tiempo X México. En unos meses se conocerán sus secuelas. Unos se atan a partidos nacionales, otros no tienen más remedio que lanzarse solos al vacío electoral por ser su primera vez en contienda; muchos más viven de lo que quedó de un proyecto nacional que se troceó y pocos apuestan por la identidad local. ¿Efímeros o duraderos, excentricidades o habituales? El 2024 podría inaugurar una nueva etapa en la historia de los partidos locales en México. ____ Nota del editor: Javier Rosiles Salas ( @Javier_Rosiles ) es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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