El sábado fue el día Internacional de la Mujer. Un día formalizado hace 50 años por Naciones Unidas, pero inspirado en muchas luchas previas, empezando por la de un grupo de obreras textiles en Nueva York que fueron reprimidas en una manifestación por mejorar sus condiciones laborales. De allí en adelante, muchos momentos clave fueron dando vida a un movimiento fundamental por los derechos de las mujeres, desde las sufragistas, hasta un sinfín de movilizaciones y grupos vanguardistas en todos los continentes.

Curiosamente, México fue la sede de aquella icónica conferencia internacional de 1975. Y si bien en materia de participación política de las mujeres somos de los países con más avances en el mundo en los últimos 15 años, seguimos siendo de los más rezagados en participación económica y laboral. Movimientos de mujeres políticas de todos los partidos resultaron en logros determinantes en las reformas político electorales de 2008 y 2013-14, que aseguraron la participación paritaria en ambas cámaras del Congreso de la Unión gracias a la obligatoriedad de 50% de las candidaturas a esos cargos. Eso ha llevado a México a ser de los 3 países del mundo más paritarios en materia legislativa. También, se han dado reformas adicionales que han llevado a mayor participación en alcaldías, gubernaturas y cargos dentro de la Administración Pública Federal. Pero en materia económica y laboral, México sigue estando muy rezagado, con una deuda histórica con las mujeres. La participación laboral femenina es de solo 46% (vs 80% de la masculina); y esa baja penetración en la estructura laboral lleva a muy bajos índices en puestos de liderazgo. Solo hay 13% de participación de mujeres en Consejos de Administración de empresas en el mercado de valores; 3% de mujeres CEOs de empresas; brecha salarial de más del 18% (30% en sector autoempleo); baja participación en cargos directivos relevantes; entre muchos otros retos. Los últimos 8 años se han dado avances, pero siguen siendo mínimos, y seguimos estando en los últimos lugares del Índice de Brecha de Género del Foro Económico Mundial en materia de oportunidades económicas para las mujeres. Y si hablamos de la violencia de género, o también de la violencia vicaria, los datos son aún más alarmantes. México sigue siendo un país de altísimo riesgo para las mujeres, incluso a niveles de algunas zonas de medio oriente, con gobiernos religiosos adversos. Los índices de feminicidio son dramáticos. Más de 15 mujeres mueren al día en México a manos de algún verdugo. De los peores índices no solo en América Latina sino a nivel global. Es en todo ese contexto que vivimos cada 8 de marzo en nuestro país. Y pareciera que, aunque haya avances, en muchos temas también parecemos ir en reversa. Pero también es un día que genera mucha controversia y mucha polémica, por razones muy distintas y variadas. Desde grupos externos que creen que es una manera de hacer circo y distraer de otros temas, hasta quienes ven una lucha existencial en extremo. Pero también entre mujeres hay visiones muy distintas. Hay quienes se sienten hasta cierto punto ofendidas por ser felicitadas por ser mujer, e incluso consideran que aceptar una felicitación es seguir perpetuando la idea de disparidad con los hombres. Y hay quienes no ven conflicto en ser felicitadas, entendiendo el contexto cultural en el que aún vivimos en México de gran conservadurismo, además de estar más preocupadas por sus problemas diarios. Ambas visiones deben respetarse, cada persona tiene vivencias y experiencias muy distintas, y no sabemos qué cantidad y profundidad de problemáticas tienen detrás. Pero lo más importante, en realidad, es que más allá de felicitaciones o no, de celebrar o conmemorar o hacer mutis, el 8 de marzo no puede ser un día aislado del resto del año.

El 8 de marzo debe ser un día al año en el que hagamos una especie de pausa, un corte de caja de lo que hemos o no hemos hecho los 364 días anteriores, y de revisar qué tenemos que seguir haciendo los siguientes 364 para seguir avanzando en un mejor país y mundo para las mujeres, que al final redundará en estar mejor todos. Un mundo de oportunidades económicas y laborales, de equilibrio en la vida personal y participación de todos en las tareas diarias de casa, de condiciones de seguridad empezando por la casa y hacia afuera, de educar a nuestra niñez sin estereotipos ni preconcepciones, de cada vez más normal ver arquetipos y modelos femeninos a seguir, de combatir todo acoso, abuso y hostigamiento. Un mundo en el que lo raro sea ver lo que hoy es lo común. ____ Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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