No somos pocos los que estamos a la expectativa de validar si la virtual presidenta electa asumirá las obligaciones inherentes a la primera magistratura con un foco cierto en procurar el bien del país o si no podrá tomar las riendas por ser un alter ego y títere del presidente actual. Más allá de filias y fobias lo cierto es que la nación requiere urgentemente dar pasos contundentes en temas claves como seguridad, justicia, salud, educación, energía, medio ambiente, infraestructura, y vivienda. No podemos seguir al garete porque urge un gobierno con rumbo y responsabilidad. Dar continuidad al desorden actual es inviable e inaceptable. La narrativa populista ha sido poderosa (como se pudo ver en el reciente proceso electoral), pero no da para mantener el espejismo nacional por mucho más tiempo. La realidad alterna no resiste el contraste con datos duros.

El problema es si el sentido común (el menos común de los sentidos, diría el clásico) será guía en las determinaciones que realice la siguiente titular del Ejecutivo Federal. El dilema aquí es que nos vayamos a topar con la misma lápida de los últimos seis años en que a pesar del deseo colectivo inicial de que el gobierno recién inaugurado del actual presidente iba a evitar radicalizarse o irse por tema incorrectos, defraudó a todos por hacer cosas irracionales y destruir todo a su paso (iniciando con la pésima idea de cancelar el NAIM). Para tristeza de unos y otros, ahora lo sabemos muy bien, el actual gobierno fue notoriamente cerrado, obtuso, absurdo y francamente regresivo. La razón no imperó. La narrativa de engaño ha prevalecido contra viento y marea. Sin importar evaluaciones objetivas, el propósito ha sido ser fieles a destruir todo a su paso con tal de culpar de todos los males del país a anteriores administraciones, algunas de hace más de 12 años. Hacerse cargo de los problemas nunca, culpar a otros de los males prevalecientes siempre. Nociva fórmula para eludir todo tipo de responsabilidades. Al cabo que el “pueblo bueno” aguanta todo, incluyendo una corrupción rampante como no se había visto antes. Hechos son amores, dirían los clásicos. Y esto es cardinal en lo que viene. Porque lo que debemos es evaluar la mejor manera en que el país pueda avanzar a una mejor condición de vida para la población. Entonces lo que se requiere es constatar si Claudia Sheinbaum va a realizar acciones de simple relumbrón o si va a dar un giro de timón para lograr resolver dudas sobre su proceder razonable o no. Aquí lo malo es que el pasado respecto a la toma de decisiones por parte de Claudia es bastante adverso si sumamos lo que significan los casos del Colegio Rébsamen, la Línea 12 del Metro, y el uso de la invermectina en la pandemia del Covid-19. En esos casos, ante las disyuntivas respectivas, la virtual presidenta electa decidió sobre acciones que no solamente resultaban incorrectas, sino que además provocaron la muerte de decenas y miles de personas, respectivamente. Y en esos hechos las posibilidades de tener buenas decisiones de su parte no encuentran un buen asidero. Veamos si ahora es capaz de optar por lo que mejor convenga al país y no cegarse por temas ideológicos o deudas políticas al interior de su grupo partidista. Además de los temas generales apuntados, tenemos en las siguientes semanas y hasta antes de la llegada de octubre en que se verificará el cambio de gobierno, una aduana mayúscula que es la sobre representación y la integración final de las curules en la Cámara de Diputados y en el Senado. Por subterfugios legales, manipulación de coaliciones, abusos en afiliaciones, e interpretaciones laxas, se pretende lograr en la mesa lo que en las urnas no se concretó, una super mayoría que no es viable porque distorsionaría el más elemental concepto de balance en fuerzas políticas que sean reflejo de lo que las urnas marcaron en preferencias electorales. Morena y satélites quieren que con un nivel de votación total del 54% en elecciones para legisladores se suban a un 75% y que la oposición con un nivel total de 46% se vayan a un 25%. Un abuso como se le vea. Esto no resiste la prueba de decencia, congruencia o viabilidad legal y política, y sin embargo está generando la posibilidad de que se pretenda con trampas quitar los diques para que una sola fuerza política sea la que derruya las barreras y reglas constitucionales. A nadie conviene que cuando se trate de modificaciones a la Carta Magna las pueda decidir un solo grupo sin diálogo o reflexión alguna. Nunca quedó tan apropiado el decir que la concentración de poder es altamente nociva y estamos en la antesala de que quieran erosionar las normas elementales con una aparente viabilidad por una votación que si bien mayoritaria no les autorizó quebrantar los márgenes constitucionales. Habrá que estar muy pendientes pues podemos pasar un punto de no retorno si insisten en esta iracunda actitud con el beneplácito de un INE debilitado (con Consejeros sumisos) y un TRIFE diluido artificialmente (al no haber designado a los 2 magistrados faltantes desde hace más de 1 año). Ominosas señales en el horizonte. Entonces, por mucho que tengamos el ferviente deseo de que se vengan mejores tiempos para el país y que haya un gobierno exitoso, eso no va a suceder por simples coincidencias o narrativas. México no puede seguir acumulando pifias en decisiones gubernamentales. Los ahorros, fondos y reservas se han extinguido, razón por la cual el proceso de decisiones ahora sí exige, por razones de existencia y supervivencia, el que si se van a resolver los problemas nacionales, se recurra a expertos y soluciones probadas. La fórmula de ocurrencias, lealtades y no capacidad ya nos llevó a la orilla de una crisis generalizada. Un paso más y caemos al abismo. Entonces la gran pregunta es ¿hasta dónde llegarán?

P.D. 1: Una cuenta pendiente ahora que termina el presidente es el tiempo que perdió en no gobernar al país. Me refiero concretamente al tiempo dedicado en más de 1,250 conferencias mañaneras en que por definición no se atendió lo que México requería pues no se hizo nada bueno en todas esas horas de autoelogios y soliloquios. Más allá del efecto mediático, ese es un ejemplo nocivo que nadie debe repetir. Quien sea el titular del Ejecutivo debe dedicarse a atender las prioridades nacionales y hacerlo con un gabinete de personas capaces, con experiencia y solvencia para los temas a su cargo. Esperamos así sea en el futuro inmediato. P.D. 2: La situación de inseguridad en el país sigue cobrando víctimas todos los días. Ahora circular en carreteras en casi cualquier lugar es una ruleta rusa. No podemos acostumbrarnos a que esta sea la norma y que sigamos perdiendo espacios de libertad. El legado del actual gobierno en este rubro, como en muchos otros, es muy lamentable y preocupante. P.D. 3: Ver las escenas de nuestros connacionales chiapanecos huyendo a Guatemala para salvar las vidas de la violencia en territorio nacional es de las cosas más dolorosas que hemos presenciado. Que el actual gobierno minimice este problema, como lo hace con todo lo que no está bien, es reprobable y no admite el silencio de medios. Aquí hacemos lo propio. P.D. 4: Si de buscar un mejor funcionamiento del sistema de justicia en el país se trata, les recordamos que nos vemos el jueves 8 y viernes 9 de agosto en la Universidad La Salle (10:30 a 14.30 hrs) en el Foro Ciudadano convocado por UNE México para discutir en seis mesas como aspirar a tener un mejor país y abatir la impunidad. Nada de improvisación u ocurrencias. La asistencia es gratuita y simplemente hay que registrarse en: https://bit.ly/ForoUNEMex ____ Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México y de la red de Unid@s. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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