El fútbol, entre todas las cosas que representa, también es cultura. Un cúmulo de identidad bien arraigada con una historia detrás capaz de crear relatos infinitos. En Buenos Aires, todos estos elementos se manifiestan con una pasión especial. Cada barrio es dueño de sus colores, de su propia cancha y del amor por un club con el que se establece un vínculo que atraviesa generaciones. Junto a Londres, se debate el título de la ciudad más futbolera del mundo. He tenido la dicha de estar en más de una ocasión en ambas, y les confieso con toda honestidad que nada se compara con el ambiente que se vive en los estadios de la capital de Argentina.
Boca Juniors y River Plate son los dos grandes; sus seguidores, más que una fanaticada, representan un pueblo. Desde una mirada sociológica se pueden analizar los rasgos que identifica a sus hinchas, incluso hasta el punto mismo de vivir la vida, de afrontar tanto el sufrimiento, como la euforia.
La pasión como hilo conductor de este relato nos coloca frente a un cuadro lleno fiesta y carnaval, de instrumentos, de canciones, de coros tipo góspel que acompaña a los feligreses a sus templos; porque los estadios en “La Ciudad de la Furia” son precisamente eso: inmensas catedrales, lugares de culto.
El domingo pasado en la Bombonera, el mítico recinto ubicado en el barrio porteño de La Boca, Boca y River jugaron la más reciente edición del ‘Súperclasico‘. Ambos clubes pasan por un presente deportivo complicado, lejos de aquellas gloriosas consagraciones que los han llevado a lo más alto. Sin embargo, este es un partido especial cuyo resultado incide y determina más allá de si se está luchando o no por el campeonato.
A la distancia, me tocó vivirlo escuchando el relato del eterno Víctor Hugo Morales por la radio. Sabía de la presencia de Dua Lipa en uno de los palcos; andaba de gira por allá y por supuesto, quiso añadir esta experiencia única e incomparable a esos momentos importantes de la vida; verla en imágenes atrapada con aquel marco, llevando la camiseta de la selección argentina fue todo un espectáculo.
Podremos sentarnos a comparar sobre más menos otro clásico que se asemeje, pero no hay uno donde se desborde tal grado de pasión como en este.
Me pregunto si estas notas que les comparto habrían existido en caso de victoria de River. Sin mucho qué indagar en mis adentros, les diría muy probablemente que no.


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