CONSUELO, SPM. Manny Acta puede alardear de ser el único dominicano que ha dirigido en la Liga Nacional y Americana, de haber confeccionado equipos campeones en Águilas y Licey, de ser el primer manager del equipo quisqueyano en el Clásico Mundial de Béisbol… Pero si hay algo que le emociona al hablar con su sello, que le enciende el rostro es la huella de ImpACTA Kids Foundation.
“Este es mi orgullo, algo que yo soñé desde niño y lo he podido hacer realidad por los trabajos que he tenido en los últimos 30 años”, dice Acta a Diario Libre.
Se trata de un complejo con cinco estadios de béisbol con un enfoque en los niños; tres de ellos de pequeñas ligas, levantado en una superficie de 112,000 metros cuadrados en terrenos del CEA, en el municipio de Consuelo, SPM, la tierra donde nació Acta, Sammy Sosa, Ricardo Carty, Rafael “Gallo” Batista y donde creció Julio César Franco.
“Me lleno de satisfacción viendo 400, 500 niños los fines de semana, las ligas que vienen de todo el país, lo disfrutan. Sin temor a equivocarme, es el mejor complejo público del país”, dice Acta. No es solo béisbol, de hecho, el enfoque principal es la educación.
La fundación cuenta con una sala donde se alfabetiza a personas de cualquier edad y se trabaja el reforzamiento de los estudios a niños con dificultades, de la mano de Carmen Acta, hermana de Manny y quien ejerciera el magisterio por más de tres décadas.
“Siempre he pensado que la educación es lo primordial. Yo vivo bien y todo lo que he logrado ha sido por mi preparación educativa; las habilidades que yo tenía como jugador me llevaron solo hasta cierto punto, hasta Doble A y cuando llegué ahí choqué, básicamente con una pared, hasta ahí llegaba mi talento, pero como tenía una base educativa aprendí inglés rápido, también mi comportamiento con los demás me permitieron quedarme como coach. Hay tantas cosas que la gente puede hacer en béisbol que no sea ser jugador que creo que la educación ayuda en todo eso”, dice Acta.
Entre las ligas que operan allí está la que lleva su nombre, que la opera Ramón Pérez Tolentino.
Un sueño
Recuerda Acta que de adolescente, creciendo en este municipio, la clásica conversación entre amigos; “si yo fuera presidente, si consiguiera dinero, si ocupara una posición importante, qué haría por mi comunidad”.
Esa remembranza llegó a su cabeza cuando en 2007 fue nombrado dirigente de los Nacionales y un grupo de periodista de Washington se dirigió a Consuelo para conocer el lugar donde creció. Al llevarlo al estadio se encontró con una zona abandonada, sin condiciones. Se comprometió a cambiar esa imagen y diseñó el proyecto.
Quería estadios de pequeñas ligas, que los niños sintieran que jugaban en un espacio con las dimensiones para ellos, que al conectar un jonrón vieran la pelota superar una pared. Felipe “Jay” Payano, entonces secretario de Deportes, gestionó los permisos y rubricó un acuerdo que establecía el espacio siempre sería público.
Era una forma de paliar el déficit de facilidades para jugar béisbol, un problema al que no escapa ni la provincia referencia en la producción de peloteros.
Quería hacer dos estadios y un salón de estudios, pero el proyecto se tornó más ambicioso. De inmediato comenzó a construir con recursos propios y ayuda de la Agencia Internacional para el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID) a bautizarlo con nombres de figuras del municipio como Sosa, Carty, Franco, Batista y Teófilo Muñoz.
Jaime David Fernández, en su gestión como ministro (2012-2016) le construyó la verja metálica que sirve de protección.
Una vez firmó con los Indios de Cleveland incluyó un aporte de US$10 mil al año para el mantenimiento y las operaciones. La fundación opera mayormente con aportes de Acta y contribuciones de amigos, una estructura que quiere cambiar, para crecer y hacerla más sostenible. De ahí que trata a que su ONG sea incluida entre las
“Cuando comenzamos les expliqué que no puedo darle 100 dólares a todo el que me cruce por el lado. Primero, no lo tengo para darle a todo el mundo; segundo, eso no te va a solucionar el problema de por vida, lo que queremos es dejar algo que dure 100, 200 años y que la comunidad se beneficie. Que los hijos de los hijos de los que están hoy se beneficien. Los 100 dólares en menos de una semana ya se fueron”, dice Acta.
Falta de financiación
Acta quiere hacer sostenible la operación de ImpACTA Kids, que no depende de él, tanto en una eventual expansión como en el mantenimiento. De ahí que abrió capítulos de donaciones que se pueden hacer en su plataforma online, tanto en el país como en el exterior, aunque de momento no ha logrado que se le incluya entre las que reciben asignación anual a través del presupuesto nacional.
El hecho de no poder pagar un servicio de seguridad ha dado lugar a que el local haya sido vandalizado en múltiples ocasiones. Dentro del cuadrante también se encuentra la cancha de baloncesto donde Acta jugaba de niño y uno bajo techo construido por el Gobierno a principio de siglo, en estado de abandono y que el pobre sistema de drenaje y los orificios en el techo ocasiona que el agua penetre para mantener la superficie en estado deplorable.
La instalación también ha sido objeto de robos, hasta los inodoros y lavamanos.
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