Antes era 2 de julio pero, desde la llegada de la pandemia en el 2020, la fecha de apertura del mercado de agentes libres internacionales se movió para el 15 de enero, día del calendario que implica un cambio radical en la vida de cientos de jugadores latinoamericanos de todas las nacionalidades… principalmente la dominicana.
Y los equipos de Grandes Ligas tienen mucho dinero, muchísimo, para contratar oficialmente el mejor talento disponible.
De hecho, el pool de este año cuenta con US$181,466,400 para repartir entre los jovencitos que ya tienen años preparándose para esta fecha.
Los principales prospectos, de acuerdo a MLB Pipeline, son dominicanos, como generalmente suele suceder y Leo DeVries, un torpedero con capacidad para batear y defender con una proyección de super estrella, aparece como número uno para ser contratado por los Padres de San Diego.
Otros nombres que se destacan son los del jardinero Paulino Santana, el torpedero Fernando Cruz y el jardinero Adolfo Sánchez.
Los Mets de Nueva York tienen asegurado a otro Vladimir Guerrero, uno de los varios hijos del inmortal de Cooperstown. Se espera que en la firma esté presente su hermano, el primera base de los Azulejos de Toronto.
En el listado de los mejores 50 de MLB Pipeline, hay 38 dominicanos, 10 venezolanos, uno de Curazao y uno de España.
Muchos de estos jugadores pasarán de ser jóvenes de 16 años a cabeza de familia de la noche a la mañana y de vivir en niveles de pobreza a ser multimillonarios.
Es necesario que los equipos de Grandes Ligas tomen conciencia, y algunos lo han hecho, de que tienen que brindar más recursos y herramientas a esos muchachos para asimilar la transición que hacen prácticamente en un abrir y cerrar de ojos.
Porque no solo pueden concentrarse en dar clases de inglés, o educación a distancia para conseguir el título de bachiller, sino también preocuparse por la salud mental de estos muchachos y entender la idiosincracia de las familias y la realidad de donde vienen sus jugadores.
Pero mientras tanto, muchas felicidades para las decenas de jugadores dominicanos que hoy cumplen su sueño de convertirse en profesionales de lo que se considera la pasión de los quisqueyanos: el béisbol.
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