El endurecimiento de la política migratoria del presidente Donald Trump pone sobre la mesa otros retos para México: el recibir y absorber en el sistema educativo nacional a los estudiantes que puedan ser deportados de Estados Unidos. Incorporar a los niños y jóvenes repatriados al sistema escolar mexicano implica retos sociales, culturales y legales, como el idioma, la revalidación de estudios, la aceptación de comunidades educativas y hasta la integración de padres de familia a ellas, consideran expertos en materia educativa y migratoria.

“Uno pensaría en la cobertura, pero eso no tiene problemas en el sistema educativo, en el nivel básico. Por ese lado no hay ningún problema; el problema está en la integración, en la incorporación (de los niños y jóvenes)”.

Hace unas semanas el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Mario Delgado, aseguró que todos los menores que sean regresados a México serán aceptados en las escuelas públicas de este país. “Las puertas del sistema educativo están abiertas. Si hay niños, niñas, deportados o migrantes, pueden entrar al sistema educativo”, declaró el secretario de Estados y agregó que la SEP elaboró materiales pedagógicos en conjunto con Unicef para que los docentes sepan cómo atender a la niñez en situación de movilidad. Sin embargo, los expertos aseguran que no sólo se trata de que haya espacios en las escuelas para estos estudiantes que vienen de Estados Unidos, sino conlleva a mayores acciones por parte del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Para Felipe Gaytán Alcalá, especialista en educación de la Universidad La Salle, sin duda unos de los principales retos que enfrentará el sistema educativo mexicano ante el regreso de los menores deportados es la barrera del idioma. “Muchos de estos niños no hablan español o lo hablan de manera deficiente (…) Va a ser un reto para los niños que lleguen y se integren con sus compañeros, porque no solamente el español, sino también los modismos”, señala. Con él, coincide Cristian Fernández Hall, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, de la UNAM, por lo que considera que la SEP deberá aplicar un programa de apoyo para el uso del español o profesores bilingües. “En el caso de las personas que vienen retornadas, se le suele estigmatizar mucho por la falta de dominio de este tipo de acento, de las grafías como la diéresis y parece algo muy específico, pero sí se necesita apoyo para todo lo que es la lecto-escritura”, comenta. Gaytán Alcalá comenta que otro de los retos será la homologación de los estudios que hayan llevado los niños y jóvenes en Estados Unidos con los que llevarían en México; pues las escuelas tendrán que revisar cómo se hace la equivalencia de los estudios. “Puede ser que un primer año o segundo año allá no corresponden necesariamente al mismo grado acá. A pensar que muchos niños llegan avanzados, quizás tenga que estar en niveles inferiores o tendrán que ir más avanzados. Se tendrán que revalidar y homologar los estudios, y eso va a ser un reto legal para el gobierno mexicano”, resalta el también sociólogo. Menciona que otros desafíos para el gobierno mexicano será que los niños y jóvenes que lleguen a México sean aceptados por las comunidades educativas , porque los parámetros y patrones de estos menores son diferentes. Además, la integración de los padres de familia para acompañar a sus hijos en sus actividades académicas. “Aunque sean mexicanos, ellos crecieron en otra parte, tienen otras otros sentidos de entender la historia, de entender su contexto y su proceso de adaptación y su proceso de incorporación va a ser lento y va a ser también un poco complicado para ellos integrarse a estas comunidades. La pregunta es cómo lo va a facilitar la SEP, eso no lo han dicho”, señala. Según datos de la Oficina de Aduana y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), la migración infantil —acompañados o no acompañados— ha disminuido . En 2020, las autoridades estadounidenses registraron 14,583 niños (de diferentes nacionalidades) cruzando la frontera, pero para 2024 esta cantidad disminuyó a 6,684, que representa 54% menos.

Las afectaciones emocionales «Sí hay una factura de salud mental muy dura. Lo más fuerte es el desarraigo y el extrañar su casa y su entorno, definitivamente ahí hay un tema de autoestima durísimo y si se ha vivido una situación de violencia, eso se vuelve más complejo”

Felipe, un niño ‘cruzado’ por la migración Hace tres años, Felipe se despidió de su maestra y de sus compañeritos de clase, dejó su casa y dijo “adiós” a su familia. Junto a a sus papás cruzó la frontera norte por el desierto y les tomó menos de una semana llegar a California, donde se establecieron. La migración ha cruzado a Felipe. Cuando llegó a Estados Unidos tenía cinco años y lloraba cada vez que veía fotos de sus tíos y primos. El menor comenzó a ir al primer grado de Elementary School pero fue muy duro: en su nueva escuela, su nuevos compañeros y su nueva vida no hablan su idioma. «Cada que iba a la escuela, decía no le gustaba ir, porque todos los niños le hablaban en inglés y él no entendía. Siempre prefería aislarse y comer solo», platica María, su mamá. Le llevó más de un año adaptarse a su nueva vida y escuela. Hoy ya va avanzado en el inglés, ha hecho amigos y le gusta ir al colegio. Pero las amenazas del presidente Donald Trump, han puesto a temblar a su familia por la posibilidad de ser deportados y que el niño regrese México, donde nuevamente se enfrentará a los mismos desafíos educativos y emocionales. “No me preocupa el inglés. Me preocupa que no se adapte y no quiera estar en México (…) Le va hacer difícil adaptarse nuevamente a un sistema educativo donde no es importante la computadora, donde todo es escrito y tenga que volver a pasar por todo de nuevo”, comenta con preocupación su mamá. Datos de la Secretaría de Gobernación señalan que
Tamaulipas, Chiapas y Chihuahua son los principales estados en los que se han
repatriado a más niños y jóvenes en los primeros tres meses de 2024; además, en su mayoría (60%), estaban solos al cruzar la frontera entre México y Estados Unidos. El miedo de María, la madre de Felipe es justificado, los expertos señalan que las afectaciones emocionales también son parte de lo que pueden vivir los menores tras un cruce fronterizo, por la sensación de separo y pérdida de vínculos afectivos con su comunidad. Malcom Aquiles, director de Incidencia en Políticas pública y Movilización de la organización World Vision México, resalta que se genera
una factura de salud menta l en los niños que cruzan la frontera, que puede generar consecuencias en un futuro. Por ello, menciona que la atención a estos menores será un reto para las autoridades mexicanas, por lo que recomienda que ésta venga con «acompañamiento», pues aclara que si eso no pasa, puede que
algunos menores vivan exclusión dentro de las escuelas o de violencia entre pares por no hablar español y no tener los mismos referentes que sus compañeros.

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