Para que los gravamenes especiales a las bebidas azucaradas tengan un impacto real es necesario etiquetar los recursos recaudados y destinarlos al sector salud, afirmaron expertos en finanzas y sanitarios durante el Encuentro Expansión: Impuestos saludables, análisis de su eficacia y pertinencia. Con la propuesta de incrementar este gravamen, el Gobierno federal busca reducir la incidencia de obesidad, diabetes y sobrepeso, enfermedades crónicas con alta presencia en México y asociadas al consumo de refrescos y otras bebidas azucaradas.

La medida, que será discutida esta semana en la Cámara de Diputados, durante la aprobación del Paquete Económico 2026, ha reabierto el debate sobre la eficacia de estos impuestos para mejorar la salud de los mexicanos. A decir de Alejandra Macías, directora ejecutiva del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), gravar las bebidas azucaradas sí tiene beneficios, pero para alcanzarlos es necesario aumentar la tasa impositiva y, sobre todo, asegurar que los recursos recabados se utilicen en servicios de salud y prevención. “El impuesto es parte de la solución. El punto es hacer que lo etiqueten”, declaró. El CIEP realizó algunos estudios sobre los efectos de los llamados impuestos saludables –que en México se aplican desde 2014– y concluyó que esto no afecta a la población más pobre ni al consumo. Sin embargo, el dinero recaudado es necesario para ayudar al sistema de salud, que hace años opera con menos recursos que los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la par que enfrenta una alta carga económica por las enfermedades crónicas, que el Gobierno federal estima en 116,000 millones de pesos al año .

Tenemos un sistema de salud realmente negativo para que tú te cuides. Es un problema, pero está quebrado el sistema de salud”,

Los efectos en la salud
Éctor Ramírez Barba , secretario de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, aseguró que los impuestos saludables pueden ser una de las intervenciones en salud con mayor costo-beneficio. Reconoció que incrementar el gravamen a los productos de tabaco y bebidas azucaradas se alinea con las recomendaciones internacionales y podría reducir la carga de las enfermedades asociadas a su consumo. El problema, consideró, es que el Ejecutivo parece no tener un objetivo claro de qué hará con esos recursos, pues hasta ahora ha evitado comprometerse a etiquetarlos para programas de salud. En el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, aseguró, se recaudó cerca de 1 billón de pesos en Impuestos Especiales a Productos y Servicios (IEPS), pero este dinero no se vio reflejado en mejoras al sistema de salud, que ha visto mermado su presupuesto público, al pasar de un gasto equivalente al 2.8% del Producto Interno Bruto (PIB) al 2.5%, cuando la recomendación internacional es de 6%. Sin programas adecuados de prevención, sin servicios médicos eficientes y cobertura universal, es imposible controlar las enfermedades crónicas, sostuvo. La directora del CIEP coincidió. Señaló que el sector salud es una prioridad en el discurso, pero no en el gasto público. Por ello, subrayó, el aumento de los impuestos debe acompañarse con otras políticas sanitarias. “Como país deberíamos tener la salud como prioridad y eso no ha pasado. Llevamos seis años con un relajo en el sistema de salud. Todo eso repercute en la salud, que no es una prioridad”, dijo Macías. El diputado advirtió, además, de algunos fallos en la propuesta. Por ejemplo, deja fuera de los impuestos a las bebidas alcohólicas, asociadas también con el desarrollo de varias enfermedades, incluyendo algunos tipos de cáncer, mientras considera tasar los productos con edulcorantes no calóricos, lo que considera una medida polémica. De estos endulzantes, sostuvo, no hay suficiente evidencia que demuestre que no son seguros para la salud. Se sabe, apuntó, que no tienen un efecto en el control del sobrepeso y la obesidad.

Una medida impositiva no va a resolver el problema. Tiene que haber un esfuerzo mucho mayor»,

Ven “castigo a la innovación” al tasar edulcorantes Para Vicente Rodríguez Woog, director de Comunicación y Estrategia de la Asociación Mexicana de Bebidas, el principal problema es la propuesta de imponer aranceles a los productos con edulcorantes no calóricos, que hasta ahora estaban libres del impuesto especial. Los edulcorantes, aseguró, han sido clave para reformular algunos productos al ser un sustituto del azúcar. Alrededor de 200 productos han sido reformulados y, actualmente, 55% de las marcas de bebidas usan edulcorantes. La meta es llegar a 75% en 2030, afirmó. Desde su perspectiva, aplicar impuestos a estos productos sería “castigar la innovación” que ha permitido cambiar los ingredientes más dañinos. Si el impuesto encarece estas bebidas, indica, se corre el riesgo de que los consumidores regresen a aquellas con más azúcar, si resultan más accesibles. “Todavía tenemos esperanza de reconciliar el impuesto para evitar el efecto adverso de que las personas que ya tomaban bebidas azucaradas regresen a bebidas con más azúcar”, declaró. “No castiguemos a los productos que son una alternativa a los refrescos”, agregó. Rodríguez Woog cuestionó, además, que se apliquen impuestos a las bebidas que usan edulcorantes no calóricos, pero no a los alimentos que también utilizan estos saborizantes.

Una medida recaudatoria, pero insuficiente Nosotros necesitamos una reforma fiscal que nos dé, al menos, 5 puntos del PIB. Cosa que suena imposible. Pero no se soluciona solo con impuestos IEPS. Tenemos que hablara de una reforma fiscal profunda e integral.

Se vuelve completamente regresivo. Lo que vemos es que, de aquí al fin del sexenio, se van a ir por impuestos chiquitos, que no darán mucho dinero.

El Gobierno federal tiene poco margen de maniobra con los ingresos que percibe actualmente, porque la mayoría del dinero ya está comprometida en el pago de pensiones y programas sociales, entre otros rubros. Pero Macías advirtió que no será suficiente con aumentar algunos impuestos si no se implementa una reforma fiscal integral. Consideró que, para no asumir el posible costo político o electoral de una medida de ese calibre, el gobierno apostará a ir subiendo algunos aranceles año con año, pues los ingresos petroleros ya no compensan el enorme gasto público. Por su parte, Óscar Ocampo, director de Desarrollo Económico del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), calificó de “regresiva” la medida para aplicar impuestos a los edulcorantes. Para él, se trata más de un tema recaudatorio que de salud, debido a que el Gobierno federal necesita generar más ingresos. Aunque los costos de la obesidad, diabetes y otras enfermedades crónicas son altos, subrayó, se requieren estrategias adicionales para hacerles frente y, sobre todo, prevenirlas. “Entiendo la necesidad de recaudar y de ampliar el esfuerzo fiscal. Esa parte me queda clarísima. Si lo vemos como una medida recaudatoria, es lógica, ya ha sido un éxito y va a seguir teniendo éxito. Pero, si lo vemos vemos una medida de salud pública, se queda muy corta”, aseguró.

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