Estados Unidos, como México, está en medio de un proceso electoral presidencial que se definirá en noviembre. Y también, como en México, es probablemente la elección más lamentable en la historia reciente de aquel país. Dado el sistema bipartidista de Estados Unidos, sus contiendas presidenciales suelen darse entre dos candidaturas: una del Partido Republicano y otra del Partido Demócrata. En ocasiones hay alguna tercera candidatura independiente, pero sin mucha tracción.

En México, a partir del largo proceso de apertura democrática en México iniciado en 1977, y con la alternancia electoral iniciada en los años 90, las elecciones presidenciales a partir del 2000 que salió el PRI del poder solían darse entre tres candidaturas: PRI, PAN y alguna de aparente izquierda. Sin embargo, en esta ocasión, dados los grandes errores de los partidos de oposición, se está obligando a los votantes mexicanos a escoger entre dos candidaturas: alianza de la 4T, y alianza PRI, PAN, PRD. Hay otra candidatura de MC, pero sin mucha tracción por sus errores internos. Regresando a Estados Unidos, desde la elección de 2016 se instaló el término de odiadores dobles ( double haters) , que se refiere al grupo de votantes que no se identifica o que no está satisfecho con las dos candidaturas del llamado establishment . En 2016, este grupo alcanzó el 18% del electorado; y al final, a pesar de no estar convencidos se inclinaron más por Trump dado que querían menos a Hillary Clinton, ante la falta de una tercera candidatura independiente atractiva. Para 2020, este grupo se redujo a apenas 3% del electorado, ante la insatisfacción con Trump, otorgando su voto a Biden buscando un cambio positivo. Sin embargo, los dobles odiadores en 2024 han crecido a prácticamente 20% según encuestas como la de Marquette Law School y la del NYT Sienna College. No solo eso, sino que están más insatisfechos que nunca con las candidaturas tanto Demócrata como Republicana. Es un hecho que Biden y Trump son los candidatos menos atractivos de sus partidos en décadas. En la última encuesta de Bloomberg, 52% consideran a Biden como demasiado viejo; y 59% consideran a Trump como peligroso. Biden parece estar en mayores problemas, ya que ha perdido, según reporta la publicación National Review , casi el 20% de su base votante de 2020; mientras que Trump retiene prácticamente la totalidad de su base, con 97%. Resulta evidente que ni el partido Republicano ni el Demócrata están entendiendo las señales del electorado, y con sus decisiones están generando la elección menos atractiva para los votantes estadounidenses. Esto representa un riesgo importante de abstencionismo, ya que se mezcla con el obsoleto sistema electoral de Estados Unidos en el que un Colegio Electoral es quien decide quién gana la Presidencia, en lugar de ser el voto ciudadano; que muchas veces se ha ido al perdedor de la contienda. En este contexto, y ante el hartazgo del electorado, empieza a tener tracción la candidatura independiente de Robert F. Kennedy Jr. Aunque es muy incierto si sea competitivo dada la volatilidad de los odiadores dobles. Pero al menos hoy muchos ven una alternativa a los partidos anquilosados. México en 2024 pareciera muy similar a Estados Unidos en términos de la insatisfacción de varios segmentos de votantes con las candidaturas, impuestas ambas, de la Alianza de la 4T y la Alianza de PRI, PAN, PRD. Ambas definidas con procesos de selección desaseados y corruptos. Sería de mucha utilidad que las casas encuestadoras en México comenzaran a medir tanto el tamaño del grupo de posibles odiadores dobles, como sus impactos hipotéticos en la elección. Es claro que mucha gente no está satisfecha con el actual gobierno, y por lo tanto con su candidata, Claudia Sheinbaum. Pero también es cierto que muchos en la oposición no ven con seriedad a la candidata Xóchitl Gálvez por no tener imagen de estadista. Hay un descontento generalizado con el proceso electoral presidencial mexicano, y es de entenderse. No habíamos visto candidaturas tan poco atractivas y poco independientes como las que se tienen.

Y la que debería ser la tercera opción, Álvarez Maynez de MC, pareciera más ocupado en usar la campaña para excesos y diversión que en mostrar una alternativa viable para los votantes. El 3 de junio difícilmente despertaremos con una presidencia electa a la altura de los profundos problemas estructurales de México y las necesidades de la población. No hay de dónde. Sin embargo, sí debemos de reflexionar ya como sociedad qué vamos, y qué estamos dispuestos, a hacer para preparar un terreno muy distinto hacia 2030. Una ruta que nos permita tener el optimismo de pensar que recuperar el camino es posible, y que no estamos condenados a los niveles de mediocridad y regresión de los últimos 24 años. Algo similar tendrán que empezar a reflexionar en Estados Unidos, ya que las perspectivas apuntan a que quien gane la elección de noviembre traerá muchos problemas y retrocesos a la otrora gran potencia mundial. ____ Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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