–Le comento que su medicamento no se encuentra disponible por el momento –dice una telefonista de la Megafarmacia del Bienestar. –¿Aún no? –pregunta Irma Venegas, una derechohabiente del IMSS que padece cáncer de mama y llamó al nuevo almacén porque en su hospital no había el medicamento Exemestano de 25 miligramos que le recetaron.

–¿Entonces seguiré llamando? –agrega la señora. –Si gusta regalarnos otra llamada, pero sería el día de mañana, no sea malita –solicita la operadora. Irma solicitó los servicios de la Megafarmacia del Bienestar porque en su hospital había escasez de medicamentos. Ella acudió a la clínica 82 del IMSS, en Zamora, Michoacán, el 2 de enero y ahí no encontró el Exemestano. Así que llamó al centro de atención telefónica de la superfarmacia el 4 de enero, pero le dijeron que no había existencia del fármaco. Marcó de nuevo el 5 de enero y tampoco le resolvieron. La grabación de esta llamada la difundió en redes sociales a través de Andrea Rocha, una abogada que ayuda a pacientes que enfrentan desabasto de medicamentos. Tras difundir su caso, Irma recibió el fármaco seis días después. Para ella no se cumplió el plazo prometido por el presidente López Obrador, quien dijo que la megafarmacia debe proporcionar los insumos médicos en máximo dos días.

“No le hace que lo tenga el ISSSTE o lo tenga el Seguro Social, quien lo tenga, para que en 24, cuando mucho 48 horas, esté el medicamento entregado al paciente, ese es el propósito”, declaró el pasado 29 de diciembre. Sin embargo, el caso de Irma ha demostrado lo que expertos en salud ya habían señalado: la operación de la megafarmacia es un proceso complicado, así como la distribución de los insumos en tiempo récord desde Huehuetoca, Estado de México, donde se ubica el almacén. Además, López Obrador insistió en inaugurar la superfarmacia aunque contaba con pocas piezas de medicamentos, alrededor de 15,000, cuando su capacidad máxima es para 286 millones de piezas. Como el de Irma hay más casos. En las dos semanas de operación de la Megafarmacia del Bienestar, al menos 12 reportes han llegado al Colectivo Cero Desabasto, que documenta quejas de pacientes que no reciben medicamentos en el Sistema Nacional de Salud.

Birmex ha comprado a sobreprecio algunos de los medicamentos porque, como no tiene la capacidad logística, ha contratado a terceros que sí tienen esos recursos”,

Estas quejas han sido porque la superfarmacia no solucionó, no guío adecuadamente a las personas o, incluso, negó el servicio a quienes no eran derechohabientes de la seguridad social, pese a que el IMSS-Bienestar está destinado a esta población en 23 estados del país.

Distribución de medicinas, el coco de esta administración A decir de Frida Romay, una de las coordinadoras de Cero Desabasto, las fallas de la megafarmacia se relacionan con la incapacidad de Birmex (Laboratorio de Biológicos y Reactivos de México), la paraestatal a cargo del almacén. Esta dependencia no cuenta con los recursos humanos ni materiales para entregar medicamentos, por lo que sigue contratando a terceros. Otro aspecto es la complejidad de la distribución de medicinas, que este gobierno no ha logrado dominar en cinco años. Por lo tanto, apunta, es casi imposible que muy pronto se tenga la experiencia para entregar los medicamentos en 48 horas.

Imposible tener rastreo de distribución y drogas controladas, cadenas de frío, control de inventarios, caducidades”,

Esta declaración del presidente también le ha sorprendido a Romay, quien explica que el traslado en el territorio nacional no es sencillo, sobre todo si se trata de comunidades o estados alejados del centro del país. “Distribuir medicamentos en menos de 48 horas es demasiado complicado y nos sorprende que haya hecho esa declaración porque, si alguien conoce bien este país y lo ha recorrido, es el presidente”, observa. Alejandro Macías, infectólogo de la Universidad de Guanajuato, explica que en estas condiciones es difícil rastrear los insumos médicos y esto representa un riesgo.

Megafarmarcia solo abre folios En el centro telefónico de la megafarmacia tampoco garantizan que un fármaco esté disponible en 48 horas para un estado del sur de México. Una paciente de Oaxaca, con cáncer cervicouterino, llamó porque no tenía acceso a la quimioterapia que necesitaba. Estaba programada para recibir el tratamiento el 11 de enero. “La respuesta de la megafarmacia fue que sí, que iban a ser imposibles para encontrar su medicamento, pero que no le podían garantizar que en 48 horas estuviera”, comparte Frida Romay, la coordinadora de Cero Desabasto que atendió el caso.

Aunque explicaron que urgía el fármaco para no perder la cita ni arriesgarse a complicaciones o retrocesos en el tratamiento por retrasar la aplicación de la quimioterapia, en la superfarmacia no tuvieron los medios para resolver de inmediato. “Solamente le hicieron un folio, no pasó nada más”, lamenta. El colectivo Cero Desabasto y la organización civil oaxaqueña Corazón Rosa, se movilizaron y encontraron el medicamento en otro hospital del estado. El director de la asociación fue personalmente, hizo los trámites y logró que la unidad médica enviara el medicamento al Hospital de Especialidades donde la paciente se atiende. Así pudo recibir su quimioterapia. En teoría, esta búsqueda del medicamento en otros hospitales es una tarea que debe hacer Birmex con la megafarmacia, pero en este caso no lo hicieron. “Lo único que tenían que haber hecho internamente, dentro de los hospitales, era usar un teléfono y preguntar a los hospitales”, señala.

Dice que esto muestra que ni el personal de la megafarmacia conoce con detalle la logística para distribuir y buscar los insumos médicos, pues Birmex no ha transparentado este proceso. Tampoco hay un sistema de seguimiento y monitoreo de los insumos y su inventario. “Es un ejemplo de cómo no es que falte el medicamento, más bien es que logísticamente no queda claro cómo es esta distribución, inclusive dentro de una misma ciudad, y a quién le toca garantizar que las personas tengan los medicamentos. En la mega farmacia no sabían que ese medicamento sí había en existencia en Oaxaca”, menciona.

¿Todos los medicamentos? López Obrador también prometió que la megafarmacia tendría “todos los medicamentos del mundo”, algo que la experta considera inviable. En primer lugar, porque la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) debe autorizar el uso de fármacos que todavía no estén disponibles en México y actualmente esta dependencia acumula un rezago en trámites. En segundo lugar, porque varios insumos requieren tratamientos especializados, como red de frío, condiciones de inocuidad y humedad. Ante las carencias de Birmex, la experta considera que hay riesgo de que los medicamentos almacenados caduquen o se dañen si los maneja personal sin experiencia.

“Nos preocupa de que se haga ese pronunciamiento porque lo único que está haciendo es sembrar falsas esperanzas”, dice sobre las declaraciones de López Obrador. Desde que la megafarmacia abrió, los estantes del almacén lucían vacíos. Aunque el presidente López Obrador y el secretario de Salud, Jorge Alcocer, han declarado que el gobierno adquirió todos los insumos sanitarios necesarios para 2024, todavía faltan fármacos. En la compra más reciente se adjudicó el 78% de todas las claves de medicamentos ofertadas y en los primeros días de enero varios hospitales lanzaron licitaciones propias para adquirir fármacos. Lo estratégico sería que, además de crear la superfarmacia, el gobierno mantuviera el funcionamiento de los almacenes que ya manejaban el IMSS y el ISSSTE, fortalecer su sistema de entrega de insumos médicos y diseñar una política farmacéutica nacional. En esto coincide el especialista en medicina interna, Alejandro Macías, encargado también de la estrategia para atender la epidemia de influenza en 2009. El experto ha señalado que la megafarmacia centraliza los servicios de almacenaje y distribución de medicinas, que convendría más que operaran descentralizados. “En México se inaugura mega farmacia para terminar con el desabasto de medicamentos. Es la decisión incorrecta”, señaló en la red X, antes Twitter. Por ahora, este almacén de 94,000 metros cuadrados, que costó 1,400 millones de pesos, al que López Obrador ha llamado “la farmacia más grande del mundo”, funciona como un simple call center que acumula llamadas y quejas por escasez de insumos.

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