Ni el rostro, ni el desarrollo físico de un niño de 12 años que entre lunes y viernes asiste a una escuela tanda extendida (8 am-4 pm) o en un colegio (8 am-1 pm) puede ser el mismo de aquel de igual edad, pero que lleva hasta 36 meses entrenándose en jornadas que empiezan en la madrugada y pueden extenderse hasta la “puesta” del sol en un play, corriendo en arena, golpeando gomas de camiones con mandarria, tomando rodados y haciendo decenas de swings.

¿Cuesta tanto entender que ese niño pelotero a los 12 años (en plena edad de desarrollo) ya ha exigido a su cuerpo como ocurría en la sociedad más rural hasta la llegada de la condena al trabajo infantil? Allá donde la agricultura o ganadería intensa los arrastraba tan pronto pudieran aportar.

La defensa de la corona del equipo dominicano en la Serie del Caribe Kids reavivó el debate sobre la edad real de ese grupo. Sin pruebas documentadas, muchos de forma irresponsable, en algunos casos, como consuelo o desahogo de frustración alimentan la narrativa de que el éxito quisqueyano en el béisbol es una trampas desde su zapata al el techo.

Toman la excepción, para crear reglas, el goteo de casos, como Diario Libre reporta, de familias y agentes que se prestan a alterar la edad de niños, poniendo a un lado que la MLB reconoce que la cifra real suele ser de un dígito por año en un país donde se firman sobre los 450 jugadores cada 12 meses.

El cambio de enfoque

Si hasta hace 10 años los clubes de las Grandes Ligas pedían ver jóvenes de 15 y 16 años para firmarlos ellos mismos bajaron esa edad, para optimizar el control presupuestario que impuso la liga en 2012. Desde 2015 empezaron a verlos a partir de los 12 años y quieren que tengan habilidades de los de 16. Para lograr ese rendimiento, los entrenadores lo reclutan hasta con nueve años. Y también hay quienes fabrican a ese “fenómeno”.

Causa impotencia entre quienes compiten cumpliendo la ley, puesto que se crea un entorno desigual, cuando el rival incurre en esta trampa.

Ese cambio de estrategia de los clubes es el origen del reclutamiento prematuro y de los preacuerdos temprano. Una carga excesiva que en algún momento puede alertar a Unicef, la OIT o el Departamento de Estado de los Estados Unidos, que lo puede catalogar de abuso del menor y entonces, finalmente, las autoridades dominicanas dejarán de ponerse de perfil, hacer cumplir el artículo 56 de la Constitución que aborda la erradicación del trabajo infantil y el Código Laboral, que establece los 14 años como la edad para comenzar a ejercerlo. 

Mientras tantos, seguirán pagando como culpables niños con su edad real, pero sobre trabajado, por aquellos que apuestan a las trampas.