El cine como experiencia sensorial se ha ido transformando en los últimos años, al punto de que muchos de nosotros espectadores nos entusiasman regresar a las salas para que el director en turno nos vuele la cabeza, ya sea con el uso (a veces abuso) de los efectos especiales. Así han surgido carreras y hasta franquicias, utilizando un lenguaje tan básico, que entonces también nosotros, como parte de la ecuación de esta experiencia, nos quedamos con lo básico.
Por ello, una propuesta que pueden inquietarte en el asiento de esa sala oscura, convierte a una película en memorable y hasta de culto. Porque no es solo el reto de mantenernos al filo de la butaca, no es solo otorgarnos de nueva cuenta la sensación de vulnerabilidad, sino el saber que no existe una red de seguridad donde vayamos …
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