Teoscar Hernández vuelve este viernes a Toronto, como una razón más para un dominicano apoyar a los Dodgers, en su caso con sentimientos muy encontrados en la ciudad donde se hizo adulto como pelotero y cobró sus primeros millones. Allí donde su compadre (Vladimir Guerrero Jr.) es la principal figura del equipo de casa y con la gran oportunidad de agregar otro capítulo como protagonista de ese tipo de novelas que se prestan para best seller.

El Chino no tenía la categoría de prospecto cuando firmó por los Astros en febrero de 2011, ya con la sobra del presupuesto del año fiscal, era visto como “viejo” (18 años), Félix Francisco le autorizó un bono modesto (US$20 mil) con los Astros, club con el que llegó al Gran Circo en 2016 en el tramo final de una exitosa reconstrucción en Texas.

A Toronto llegó en julio de 2017, con 24 años, cuando en la ecuación de Houston faltaba un brazo zurdo para diseñar el título de la Serie Mundial de ese año y fue el precio sacrificado para conseguir a Francisco Liriano. Cuando salió de Ontario en cambio a Seattle tras la zafra 2022 era un pelotero de 25 jonrones por campaña y OPS de .823, con un viaje al Juego de Estrella, dos Bates de Plata y ayudó al equipo a dos visitas a los playoffs.

Cuando regresó a Canadá el 28 de abril de 2023 con el uniforme de los Marineros, la multitud de 41,414 espectadores en el Rogers Centre se puso de pie para agradecerle su contribución y darle ese último cariño de despedida que no tuvo la oportunidad el curso anterior.

Una torre en el ajedrez

Hernández es desde 2024 pieza importante en la fórmula de los Dodgers para ganar el cetro y aspirar desde el viernes en convertirse en el primer equipo que repite corona en un cuarto de siglo. Los últimos dominicanos que fueron parte de rosters campeones en años seguido fueron Juan Guzmán y Alfredo Griffin, con los Blue Jays en 1992 y 1993. Antes lo hicieron Cesarín Gerónimo y Pedro Borbón con Cincinnati (1975 y 1976).

El Hernández que creció en Toronto es hoy un pelotero 217 cuadrangulares, más de un millar de imparables y suma tres Bates de Plata y dos All-Star. Un jugador pago. Esta vez, si batea de imparable en alguno de hasta los cuatro partidos que pudieran tener lugar en Canadá esos aplausos escasearán en las tribunas de un recinto de techo retráctil que es una caldera humana cuando los Azulejos batean.

El guardabosque se ha dejado sentir esta postemporada. Lleva de 41-11, con cuatro vuelacercas y 11 remolcadas en 10 encuentros.