Lo vivido el pasado sábado en Los Ángeles jamás lo vamos a olvidar. Nuestra selección arrancó el capítulo uno de su participación en Copa Oro de una manera que supera lo digno. Jugamos el partido inaugural contra México, una de las potencias de la región, en un estadio imponente al que asistieron más de cincuenta mil personas, mexicanos casi en su totalidad, como era de esperarse.
Pero lo que sí la mayoría no esperaba era ver a un equipo dominicano del nivel, la disposición y el carácter con el que nuestros muchachos salieron a la cancha. Fue tanta la sorpresa, que se habló más del orden táctico y la buena disposición que demostramos que del mismo resultado final del encuentro.
A pesar de la derrota, el compromiso colectivo que se hizo fue notorio y notable. El seleccionador Neveleff salió con un planteamiento valiente desde el primer minuto, intensidad a la hora de marcar, cerrarles bien los espacios al contrario y aprovechar las salidas para capitalizar las oportunidades que surgieran a partir de la velocidad de nuestros jugadores.
Cuando el contexto así lo permitió, se demostró, para que quedara bien claro dentro y fuera de la isla, que en la República Dominicana se juega fútbol y bien. Las miradas perplejas en las gradas ante el desequilibro y el atrevimiento de Peter, cuando Azcona desbordaba desde la izquierda, o cuando Pablo Rosario recuperaba el balón en la mitad de la cancha cortando las transiciones y obligando al rival a replegarse, créanme, aquello era un verdadero poema.
Algo que también le agrega valor al guion que terminó dejando el relato del partido fue que México no nos subestimó, puso en cancha el mejor talento disponible, nada de equipo B. Y no solo se les hizo complicado ganarnos, también terminaron arrinconados en su terreno evitando un empate que estuvimos bien cerca de alcanzar.
La semana pasada les decía que madurar también duele, las caídas en el proceso de evolución hay que saberlas tener, solo así se crece de verdad. A nadie le gustan las derrotas, no celebro perder contra México, pero vale el aplauso y el reconocimiento a este grupo que demostró que trabaja y está hecho para competir con selecciones de alto nivel.
El proceso de avance de nuestro fútbol en el plano regional se está dejando notar. En estas instancias, mientras más gente se sume a esta hermosa caravana poniéndose la camiseta, bandera en mano, el empuje hacia los resultados se hará más fuerte; se lo agradecerán quienes llevan años montados en ella y los jugadores también.
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