Karl-Anthony Towns ha construido una carrera estelar en la NBA, marcada por reconocimientos que pocos jugadores alcanzan: fue selección número uno del Draft del 2015, ganó el premio al Novato del Año, ha sido integrante del All-NBA en tres ocasiones y es considerado uno de los hombres grandes con mejor tiro en la historia moderna del baloncesto.
Pero más allá de su impacto en la cancha, el astro de ascendencia dominicana también ha desarrollado una presencia creciente en un escenario inesperado: el universo de las tarjetas coleccionables.
El pívot de los Knicks, de siete pies de estatura, ha convertido su afición por el “hobby” en parte de su identidad pública. Mantiene un canal de YouTube y la cuenta de Instagram Bigbodegacards, donde frecuentemente publica videos abriendo cajas y paquetes de postalitas. Su pasión es tal que incluso su pastel de cumpleaños ha sido tematizado con iconografía del coleccionismo.
En septiembre, Towns protagonizó un hallazgo que haría envidiar a cualquier aficionado del mundo del trading card. Durante la apertura de una caja de Topps Inception, el jugador sacó una tarjeta MLB Logoman “1-of-1” del lanzador japonés Yoshinobu Yamamoto, uno de los tesoros más codiciados en el mercado.
La reacción del jugador fue grabada y pronto se viralizó: “¡Ésta es la mejor suerte!”, exclamó entre risas e incredulidad. Y tal vez tenía razón. No sólo encontró la exclusiva tarjeta única en su tipo, sino que había sacado recientemente otra tarjeta autografiada del mismo jugador. Su novia, la modelo Jordyn Woods, también ha participado en las aperturas, sumándose al aura de buena fortuna que rodea al estelar jugador.
El valor del hallazgo se disparó aún más semanas después, cuando Yamamoto, as de los Dodgers de Los Ángeles, ganó el premio al Jugador Más Valioso de la Serie Mundial, elevando la importancia histórica y económica de la tarjeta Logoman.
A pesar de ser un devoto fanático de los Yankees —equipo al que siguió desde su infancia en Nueva Jersey, cuando incluso lanzaba y asegura que podía alcanzar unas 85 millas por hora— Towns decidió poner la joya en subasta a través de Fanatics Collect.
El hallazgo
El resultado fue tan sorprendente como el hallazgo: la tarjeta se vendió por US$72,000, la cifra más alta jamás pagada por una tarjeta de Yamamoto. Para el mundo del coleccionismo, la transacción confirmó el impacto del jugador japonés en el mercado y reafirmó el estatus de Towns como una figura influyente dentro de la comunidad hobby.
Tras la venta, el propio Towns ha bromeado sobre si utilizará su ganancia para perseguir otras rarezas del béisbol. Con su racha reciente —y la atención que genera cada nueva apertura— muchos aficionados seguirán atentos sus redes sociales para ver si continúa su suerte extraordinaria… o si alguno puede “tomar prestado” un poco de ese toque mágico.
Lo cierto es que, en un mundo donde deporte, inversión y cultura pop se entrelazan cada vez más, Karl-Anthony Towns ha encontrado otra manera de destacar: esta vez, fuera de la cancha, pero igualmente bajo los reflectores.


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