En México, los personajes malvados de las telenovelas son tan adorados como odiados. Chantal Andere lo sabe bien: lleva décadas en el imaginario colectivo por sus papeles como Angélica Narváez en Marimar o Estefanía Bracho en La usurpadora.

Todavía hay quienes recuerdan aquella escena en Marimar donde Angélica obligó al personaje de Thalía a recoger una pulsera del fango con los dientes y, para colmo, la acusó de ladrona, una humillación que desencadenó la quema de su choza y la muerte de sus abuelos.

Fue un acto de villanía que marcó a toda una generación de televidentes.

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Fue una cosa de ADN; nunca tuve dudas. Desde los cuatro años respondía lo mismo: actriz, cantante y bailarina. Me lo preguntaban al año siguiente y al siguiente, y yo decía lo mismo. Ahora lo veo en mis hijos: un día quieren ser una cosa y otro día otra, pero yo jamás dudé. Creo que venía muy arraigado porque mis padres, aunque no eran figuras públicas, estaban en el mundo del teatro y el cine.

Con mome…

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