Si Cuba sumara a su discreta cosecha de nueve medallas en París-2024 las ocho que ganaron sus emigrados, ascendería 10 escaños en el medallero y ocuparía el lugar 22. El impacto de la migración en el deporte cubano está encendiendo las alarmas.

«La migración le está haciendo mucho daño al deporte cubano y se pierden muchas medallas«, dice a la AFP vía WhatsApp, Enrique Steyners, uno de los tres entrenadores de la isla que trabajan con el equipo de boxeo de Uzbekistán, rey en París con cinco coronas.

No obstante, Steyners defiende que «desde el punto de vista personal, (emigrar o no) es una decisión de cada cual».

Enfrentada a su peor crisis económica con una inflación disparada, apagones y escasez de alimentos y medicamentos, Cuba estuvo representada en las olimpiadas de París por 61 atletas en 16 deportes.

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Sin embargo, 21 emigrados cubanos, que representaron a 13 países en una decena de disciplinas, ganaron ocho medallas (1-4-3).

En el caso hipotético de que hubiesen defendido los colores de su país natal, Cuba hubiese escalado del puesto 32, su peor ubicación desde Roma-60, al 22.

En París, la prueba del triple salto mostró descarnadamente el impacto de la migración en el deporte cubano. Tres cubanos: Jordan Díaz, Pedro Pablo Pichardo y Andy Díaz, coparon su podio, pero representando a España, Portugal e Italia, respectivamente.

– «En retroceso» –

A pesar de que mantuvo su condición de líder histórico de América Latina en juegos olímpicos, con 86 títulos, Cuba conquistó en París la cifra más baja de medallas (2-1-6) alcanzada desde Munich-72.

Hace tres años en Tokio-2020, la delegación cubana ganó 15 preseas, incluidos siete títulos, y ocupó un sobresaliente decimocuarto lugar.

«Como potencia en una etapa, seguimos en retroceso, y creo que lo estamos viendo en los resultados», estima Yaseen Pérez, el preparador cubano de la dominicana Marileidy Paulino, campeona olímpica de los 400m en París.

El éxodo de deportistas y entrenadores provocado por la grave crisis económica, también ha impulsado una rivalidad creciente entre atletas de la isla y su emigración.

Además de la mediática disputa en el triple salto, en la pelea final por su quinta corona olímpica consecutiva, la leyenda de la lucha grecorromana, Mijaín López (130 kg), derrotó a su compatriota Yasmani Acosta, que defendió los colores de Chile.

Pero el emigrado cubano Loren Berto Alfonso (92 kg), que representó a Azerbaiyán, se impuso en su primera salida al capitán de la otrora poderosa escuadra de boxeo de Cuba, Julio César La Cruz, privándolo incluso de la posibilidad de conquistar su tercera corona olímpica.

Acosta y Alfonso entrenan bajo la guía de los experimentados cubanos Néstor Almanza y Pedro Roque, respectivamente.

Con «ayuda de entrenadores cubanos en otros países, pues también se le va a hacer más difícil» a Cuba, reconoce Raúl Fernández, preparador cubano que llevó a China a ganar tres títulos y dos medallas de plata en los cuadriláteros de París.

Según cifras oficiales, desde 2022 hasta finales del año pasado habían migrado 187 atletas de alto rendimiento, entre ellos más de una decena de boxeadores, incluidos Andy Cruz, campeón olímpico de Tokio, y el monarca mundial Yoenlis Feliciano Hernández.

«No tenemos en estos momentos los atletas que tenían que continuar el camino», dijo en abril a la AFP Rolando Acebal, jefe de los entrenadores del boxeo cubano, que en París solo ganó una corona y una medalla de bronce.

– Un cambio de «visión» –

Alrededor de 50 entrenadores cubanos, incluidos 19 de boxeo, representaron a una treintena de países, y ganaron más de 20 medallas, incluidas 11 doradas.

Además de las cinco coronas de Steyners con Uzbekistán y de las tres de Fernández con China, entre esos títulos está el de la polémica boxeadora argelina, Imane Khelif, monarca de los 66 kg, que tiene como estratega al cubano Pedro Luis Díaz.

Asimismo, detrás del oro olímpico del triplista Jordan Díaz está el ícono del atletismo cubano, Iván Pedroso.

Steyners considera que el fenómeno de la migración deportiva debe llevar «a un análisis» profundo de las autoridades deportivas del país. «Hay que estudiarlo, analizarlo y buscarle alternativas», apunta.

Sin embargo, Pérez considera que no se puede culpar «solo a la fuga de talentos» de los bajos resultados del deporte cubano en París, y apuesta por un «cambio de visión» de sus autoridades.