El Estado mexicano, en representación de funcionarios del gobierno federal, emprendió su defensa de la Reforma Judicial ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y sostuvo que hubo un amplio debate previo, que se cumplió con todo el proceso legislativo por amplio consenso y que no se afectará a los trabajadores. Pero admitió que no hubo un diagnóstico que llevara al cese masivo de juzgadores. En una audiencia temática en la sede de la CIDH, en Washington, José Antonio Montero Solano, director general de consulta y estudios constitucionales de la Consejería Jurídica del Ejecutivo, enfatizó que la reforma era necesaria y que ya es una realidad.
«La reforma en materia de Poder Judicial en México es un gran paso en al democratización de uno de los poderes públicos fundamentales: el Poder al que le corresponde impartir justicia. Esta reforma era necesaria para recobrar la confianza ciudadana en los tribunales y en general en el sistema de justicia».
«Toda vez que los jueces han faltado a su deber de impartir justicia, han liberado a delincuentes comunes y peligrosos, a narcotraficantes, han dictado sentencias sin perspectiva de género, (…) y está ampliamente documentado el nepotismo de los poderes judiciales federal y de los estados», añadió. Montero Solano acusó que la actuación de los juzgadores contra la reforma judicial les involucra en un conflicto de interés y “hasta ahora no hay violación a derechos humanos, hasta ahora son especulaciones, todo se habla en un futuro incierto”. «La reforma judicial ya es una realidad en México», sentenció durante la audiencia. Previamente los comisionados de la CIDH realizaron varias preguntas y concretamente Andrea Pochak, relatora para México cuestionó sobre el diagnóstico que llevó a la reforma judicial. Montero dio una respuesta confusa, pues primero dijo que la decisión se tomó con base en una encuesta, pero admitió: “hay encuestas claras en cuanto al diagnóstico que señalan no existe un diagnóstico, sin embargo desde 2017 hay análisis, hay diagnósticos, hay artículos, que establecen la necesidad de reformar”. «Esta reforma era necesaria. La reforma judicial es ya una realidad en México», manifestó. Solano incluso aseguró que el 5 de noviembre la Suprema Corte de Justicia de la Nación “confirmó la validez de la reforma constitucional en materia judicial, como se advirtió resulta inviable la posibilidad de someter a control jurisdiccional una reforma constitucional”. La reforma, dijo, «garantiza el ejercicio de una justicia imparcial, fuera de intereses particulares y la protección y garantía de derechos mediante una justicia pronta y expedita. Y la cercanía con la gente, recuperando la confianza de la ciudadanía en el sistema de justicia». Antes, Luz Baños, embajadora de México ante la Organización de Estados Americanos, relató todos los requisitos de procedimiento legislativo que se cumplieron para la aprobación de la reforma y que esta se aprobó con amplio consenso. Esta tarde, juzgadores y organizaciones civiles participaron en una audiencia temática en la CIDH, en la que expusieron sus alertas por ese cambio al Poder Judicial mexicano. Durante la audiencia, protestaron por la destitución «arbitraria» de juezas y jueces, y acusaron que las modificaciones constitucionales constituyen un desvío de poder y una intención de cooptación del Poder Judicial. «Es un retroceso significativo. Hay un efecto devastador sobre el Estado de Derecho», enfatizaron. Gloria Angélica Laguna, trabajadora del PJF, con carrera judicial desde hace 20 años, dijo que erróneamente se afirma que sus derechos laborales están protegidos, pues hay un «apoderamiento» de los órganos jurisdiccionales por parte del Ejecutivo. «Miles de personas nos hemos volcado a las calles en forma de protesta, tenemos un desánimo colectivo sobre nuestro presente y el futuro. No sabemos cómo terminará esta lucha, pero la historia sabrá que nunca nos rendimos». Acudieron a la CIDH, entre otras, organizaciones como Asociación Nacional de Magistrados de circuito y Jueces de Distrito del Poder Judicial de la Federación (JUFED), que encabeza la jueza Juana Fuentes, la Asociación Mexicana de juzgadoras AC (AMJAC), que dirige Rosa Elena Alonzo, y el Colegio de Secretarios y Actuarios del Poder Judicial de la Federación.
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