La relación entre México y Estados Unidos ha sido una de las más importantes y complejas en la política exterior de ambos países, y durante los mandatos del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México –primer gobierno de izquierda- y el presidente Joseph R. Biden en Estados Unidos, esta relación adquirió una dimensión particular.
1. Migración: un tema prioritario 2. Comercio y economía: implementación del T-MEC 3. Seguridad y combate al crimen organizado 4. Cambio climático y energía
Uno de los pilares de la agenda entre AMLO y Biden fue la gestión de la migración. La llegada del presidente Biden a la presidencia marcó un cambio en la política migratoria de Estados Unidos en comparación con la administración de Donald Trump. Mientras Trump priorizó un enfoque más restrictivo y punitivo, Biden abogó por una política más humanitaria y ordenada, aunque con importantes desafíos operativos y políticos. La administración de López Obrador, buscó una mayor cooperación en términos de desarrollo regional para abordar las causas estructurales de la migración, particularmente en Centroamérica. Dos tendencias caracterizaron la relación con los Estados Unidos: primero, una baja contención migratoria mexicana de enero 2021 hasta diciembre de 2023. El indicador fueron los cerca de 6 millones de migrantes detenidos por autoridades migratorias en la frontera estadounidense y segundo, una mayor contención migratoria: cerca de un millón de migrantes detenidos de enero a julio de 2024 (USCBP, agosto 2024). La implementación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) fue otro tema central en la agenda bilateral. Este acuerdo, que sustituyó al TLCAN, estableció nuevas reglas en áreas como la propiedad intelectual, el comercio digital, y las normas laborales y ambientales. Un tema crítico en la relación de México con Estados Unidos es la agenda energética con una transición sostenible, que promueva tanta competitividad, mayor autosuficiencia, bienestar y transparencia en la asignación de los proyectos de inversión en México. El gobierno mexicano ha planteado la importancia de promover la soberanía nacional, lo cual también se plantea en el caso de la agenda estadounidense. El Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley para Reducir la Inflación y la Ley de Ciencia y Semiconductores, que implican recursos de cerca de 2 billones de dólares que tienen el desafío de impactar en una mayor seguridad económica y comercial, promover la competitividad regional e internacional (U.S. Department of Commerce, 2023). Entre las oportunidades que se pueden identificar de tal Ley está la de impulsar ecosistemas de semiconductores que promuevan la innovación y que eviten las amenazas de seguridad cibernética, desastres naturales y pandemias. Otra de las prioridades de la Ley es la construcción de cadenas de suministro de semiconductores transfronterizas resilientes, el intercambio de conocimientos y la colaboración en tecnologías futuras (U.S. Department of Commerce, 2023). Aquí la colaboración mexicana es fundamental en el presente y futuro inmediato. La seguridad fue otro aspecto clave de la agenda bilateral. Las administraciones de López Obrador y Biden continuaron la cooperación en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, aunque con enfoques diferentes. AMLO ha defendido una política de «abrazos, no balazos», que busca abordar las causas subyacentes de la violencia en lugar de enfocarse exclusivamente en una estrategia militarizada. Esta política ha sido vista con escepticismo por algunos sectores en Estados Unidos, que han presionado por una mayor acción contra los cárteles de la droga. No obstante de que el gobierno de Biden cambió su enfoque contra las drogas: una mejor atención a los temas de salud pública. Sin embargo, la demanda de drogas sintéticas ha aumentado en la sociedad estadounidense, con lo cual se han presentado cerca de 200 mil muertes de estadounidenses en los últimos tres años. Las causas reflejan una combinación de la epidemia de opioides, el abuso de drogas ilícitas, problemas de salud mental, factores socioeconómicos, y un acceso insuficiente al tratamiento y la educación. Estos problemas de seguridad y crimen se integraron en la agenda del Entendimiento Bicentenario (Secretaría de Relaciones Exteriores, 2021) como un reconocimiento de su complejidad, como son combatir la violencia, la impunidad, la corrupción, el homicidio doloso, el tráfico ilegal de armas, el trasiego de drogas, la trata de personas y el tráfico de migrantes; al igual que los crímenes cibernéticos y el lavado de dinero. Tal agenda no fue posible reducirla en el marco de la Iniciativa Mérida (2008-2018), por lo cual seis años después los problemas son más críticos. No obstante, las detenciones de actores delictivos como Guzmán Loera y Zambada García. La viabilidad del Entendimiento Bicentenario dependerá de una eficaz coordinación y no imposición de mecanismos unilaterales. El cambio climático fue otro punto en la agenda bilateral, aunque con diferencias significativas en las prioridades de cada gobierno. Mientras que Biden ha colocado la lucha contra el cambio climático como una prioridad central de su administración, López Obrador ha promovido políticas que priorizan el uso de combustibles fósiles y la soberanía energética de México. Estas diferencias han generado tensiones, particularmente en lo que respecta a las inversiones en energías renovables y la reforma energética en México.
5. La pausa
La pausa diplomática establecida por el presidente López Obrador en la relación con el embajador Ken Salazar es una estrategia política que tiene el propósito de mantener una soberanía nacional en materia de la reforma judicial y reducir la corrupción, tema prioritario en el T-MEC. En efecto, el Capítulo 27 sobre Anticorrupción, considera que los tres países adopten o mantengan estándares para prevenir y combatir el cohecho internacional y la corrupción en el comercio internacional e inversiones, reconociendo la necesidad de tener mayor integridad en el sector público y privado. Esta es una de las mayores diferencias con respecto al TLCAN. La actual coyuntura de la relación gubernamental entre los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Joseph R. Biden refleja avances en materia comercial bajo el T-MEC, y en la gestión de la movilidad humana, al igual que diferencias en materia de inversión en energía y transición hacia energías renovables. Una de las causas de las diferencias se asocia a la prioridad mexicana de un respeto a la soberanía y autosuficiencia nacional. La cooperación continua y la negociación diplomática serán claves para abordar esta agenda y mantener una relación basada en una gestión del conflicto. ___ Nota del editor: José María Ramos es especialista en relaciones México-EU Especialista en relaciones México-EU y Profesor del colegio de la frontera norte, Tijuana. Analista de gobernanza, políticas y gestión estratégica para el desarrollo y de la cooperación transfronteriza MexUS./ Dr. en Ciencias Políticas y Sociología por el Instituto Universitario y de Investigación José Ortega y Gasset, España. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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